martes, 2 de octubre de 2007

LA PERRA BRAVA // cultura / política / comunicación
Blog de César H. Espinosa

Contenidos del blog

aMedias
TELECRACIA - ¿El modelo Berlusconi en México? (ENTRAR AQUÍ)
El “partido político” Televisa, la videocracia y las telecomunicaciones. ¿El modelo Berlusconi en México?

NEOMEDIOS - Escrituras virtuales en la Era Postmedia (ENTRAR AQUÍ)
Escrituras virtuales en la Era Postmedia. De la info-guerrilla zapatista a la guerra entrópica “del juicio final” (de Bush Jr)

MEDIALIA - artículos breves. Series (2) de artículos breves, de coyuntura (2002-2004... 2006) (ENTRAR)
Índice
Comunicación y poder - Espacio público y marketing (ENTRAR AQUÍ)

Del desafuero (que no hubo) a la“Ley Televisa”(PRIAN)

  • Parte I - Foxilandia o las glorias de Martita
    "Yo soy el producto, véndanme"
  • La política de comunicación del gobierno de Fox
  • La batalla de la imagen: Espacio público, escenario de la democracia
  • Fox-Marcos: entre el marketing y la credibilidad política
  • Globalización y «democracia de mercado»
  • Tercia de ases: publicidad, propaganda y mercadotecnia
  • “Mentiras..., mentiras...”
  • Lo que dice y no dice la publicidad
  • Mercadotecnia política: nuevos conocimientos sobre el intercambio político en la sociedad
  • El nacimiento de la mercadotecnia política en México (1)
    Las campañas mediáticas en la etapa de madurez (2)
  • El marketing, terreno donde se juega la elección de 2006(3)
  • Las transformaciones de la comunicación política: Mercadotecnia y competencia electoral
  • La ética del discurso: por una democracia deliberativa
  • El Estado mediatizado: la videosfera y su profeta Mc Luhan


Parte II: Del “desafuero” a la Ley Televisa (PRIAN) (ENTRAR AQUÍ)

El escándalo político como transición transada (o “en este gobierno no pasa nada”)

  • La “marranada” de Fox… (o cómo hacerle el trabajo sucio al PRI)
  • “Mediocracia”, entre la espada y la pared
  • Las cuentas del Gran Capitán: (URGENTE) el cambio del juego político
  • ¿Consumatum est? (A la guillotina, la credibilidad política)
  • La “Legislatura de la ignominia”.
  • Con un retroceso al 68, los panistas apuestan por la ilegitimidad
  • Matrimonio incestuoso: vuelven la corrupción y la impunidad tras la mascarada del priismo-panismo
  • Medios de comunicación en México (1)
  • Desde el porfirismo hasta Fox: una historia muy dispareja
  • En los medios, una legislación proempresarial: la cuadratura del círculo (2)

Libro LA PERRA BRAVA - Prólogo. Introducción (ENTRAR AQUÍ)
Arte, crisis y políticas culturales (Selección de textos)
Periodismo cultural (y otros textos)
De los años 70 a los 90

César Espinosa y Araceli Zúñiga

Prólogo
Carlos-Blas Galindo

Introducción
Bifurcaciones
Los años 70 y los 90


LOS PATOS Y LAS ESCOPETAS. Los Grupos y la Sección de Experimentación (ENTRAR)
- Este artículo habla de la integración, en los años 1975-76-78 del movimiento que se ha llamado de Los Grupos, el cual sólo a últimas fechas comienza a contar con un trabajo historiográfico en México. Además de mistificaciones, como la muestra La era de la discrepancia, en el MUCA-CU.
LA MASCARA Y EL ESPEJO. Identidad: la autoimagen oficial y el frente ideológico-cultural (ENTRAR)
- Una somera revisión del estado de la política cultural en México al principio de los años 80, con especial referencia a los grupos no oficiales; también hay una disquisición sobre la idea marxista del arte y la cultura, un tema en boga entonces y que aparece como trasfondo del texto.
MÉXICO, ¿POSMODERNISMO SIN VANGUARDIA? (ENTRAR)
- Escrito en coautoría con Leticia Ocharán, artista finada y gran amiga y colaboradora de nuestros proyectos; presenta un panorama de la gráfica y las artes plásticas en México a finales de los 80, incluyendo al arte-correo y la poesía visual.
SUD-ACÁ: el sur en el norte, el sur acá (ENTRAR)
- Se reporta una experiencia en 1987 de reunir a un conjunto de artistas latinos en un coloquio en Estados Unidos, organizado por Guillermo Gómez Peña; estuvieron artistas como Clemente Padín, Felipe Ehrenberg, Papo Colo, Coco Fusco; de aquí saldría un fermento de movimiento con el título de Sud-acá, que no avanzó mucho pero nosotros lo tomamos como motivo de nuestra Bienales de Poesía Visual-Experimental a partir de 1992, el año del "encuentro-colición-de-dos-mundos".
TV-UNAM, UNA HISTORIA DE AMOR Y DESVENTURAS (ENTRAR)
- Texto de Araceli Zúñiga con una serie de documentos y propuestas acerca de la televisión universitaria en México, que prácticamente no existe y ha sido un simple órgano de legitimación para las autoridades de la Universidad.
MÉXICO EN LA COATLICUE. LA COATLICUE EN MÉXICO

(Algo sobre la cultura mexicana en los años sesenta del siglo XX) Andrés González Pagés.- -Finalmente, este ensayo preparado especialmente para este libro, para dar una visión panorámica del arte y la literatura en México durante los años 60 del pasado siglo.

metaPOLIS (ENTRAR)
INGOBERNABILIDAD (ENTRAR)
Ingobernabilidad: la elección de Estado o la política anticrisis neoliberal
Final de siglo - TRANSICIÓN TRAICIONADA (ENTRAR)
¿TRANSICIÓN TRAICIONADA? Escenarios de la política en México al final del milenio (1997-2000)
Final de siglo - GOBIERNO RELUCTANTE (ENTRAR)
GOBIERNO RELUCTANTE: entre los rumores y el “chupacabras”


(ENTRAR)
GLOBALIZACIÓN, TECNOCIENCIAS, CONOCIMIENTO (ENTRAR)
Más allá del caos... Globalización, tecnociencias y desafíos al conocimiento


martes, 18 de septiembre de 2007

TELECRACIA - ¿El modelo Berlusconi en México?

El “partido político” Televisa, la
videocracia y las telecomunicaciones

¿El modelo Berlusconi en México?


  • En el mundo contemporáneo ya no es necesario dar un golpe de Estado, ‘deshacerse’ de los disidentes o acabar con la libertad de prensa para establecer un régimen dictatorial; basta controlar el consenso, monopolizando los medios de comunicación más difundidos.
    Umberto Eco

Como en los viejos tiempos priístas de la “compra de protección” televisiva (con Azcárraga Milmo como "soldado del PRI"), nuevamente el viejo partido autoritario renueva su complicidad con las cadenas de televisión dominantes, en especial con el antañoso monopolio disfrazado que es Televisa. Para ello, aliado con los "poderes fácticos" y el nuevo partido en el gobierno (el PRIAN), simplemente se sube al carro de las exorbitantes prebendas que les ha concedido el foxismo, como la abolición del 12 por ciento por pago de impuestos. Así –telecracia o videocracia–, en estas elecciones habrá un ganador indiscutible fuera de las boletas electorales: el “partido político” Televisa.

Con tal orientación –aunque en estos momentos suspendida en manos del Senado– a principios del mes de diciembre tuvo lugar la aprobación en la Cámara de Diputados, por vía de “fast track”, de una modificación a las leyes de Radio y Televisión y de Telecomunicaciones. Por esta vía legal se busca entregar al “mejor postor” las concesiones de radio y TV en la transición a las frecuencias digitales, para beneficio directo del duopolio de la televisión mexicana y, de paso, del capital extranjero (léase EEUU) que quiera entrometerse en las conciencias nativas.

A través de la ahora conocida como “Ley Televisa”, México se encuentra al borde de una “berlusconización” rampante, al estilo de la dictadura massmediática que rige en estos momentos a Italia. ¿Este preludio de fascistización (el huevo de la serpiente) nos haría prever, allá por 2012, un Presidente de la República con apellido Azcárraga?... Por lo pronto, con nueva ley o sin ella, en las elecciones presidenciales de julio de 2006 los únicos, verdaderos y grandes beneficiarios serán los tiburones de la TV y las grandes cadenas de radio…

El citado proyecto de ley, en palabras del senador del PAN Javier Corral Jurado, constituye un acuerdo entre Televisa y el PRI con miras a las elecciones de 2006, ya que el monopolio televisivo recibirá grandes beneficios a cambio de impulsar en sus pantallas a Roberto Madrazo. No en balde Emilio Chuayffet diseminó entre sus huestes la versión de que había que aprobar la reforma por “órdenes” del candidato presidencial priista. Incluso se empezó a mencionar al diputado Javier Orozco, un oscuro ex empleado de la televisión comercial, como el próximo presidente de la “nueva” Cofetel (Comisión Federal de Telecomunicaciones).

La iniciativa ha sido considerada más bien un plan de negocios, y no de hecho una iniciativa de ley. Mediante este plan, el antiguo monopolio Televisa –ahora duopolio con TV-Azteca– trata de impedir que los empresarios de la radiodifusión puedan quedarse con las frecuencias liberadas por el trayecto a la conversión digital (que el gobierno no entregue concesiones). Pero incluso como plan de negocios resultó deficiente por cuanto trajo consigo el rechazo de los otros grupos de interés, lo que repercutió en quebrantar la aparente unanimidad de San Lázaro.

La reforma legal, un parche a favor del monopolio

Supuestamente, la iniciativa debería fortalecer al órgano regulador, es decir, a la Cofetel, y eliminar la discrecionalidad del Poder Ejecutivo en materia del otorgamiento de las concesiones.

Pero en realidad no es así. Precisamente, la única autonomía que le sería negada a esa comisión sería la del otorgamiento y ratificación de los títulos de concesión. Tal facultad, de aprobarse la iniciativa, será atribución exclusiva de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. Es decir, seguiría siendo competencia privilegiada del Poder Ejecutivo. En cambio, la Cofetel apenas tendría facultades de órgano opinador dentro del procedimiento para otorgar los títulos.

Las concesiones de radio y televisión se otorgarían por licitación. La reforma de los diputados no establece criterios para ese concurso. El único atributo que se menciona es el pago de una “contraprestación económica”. Eso significa –cash, contante y sonante–, que los beneficiarios de las nuevas concesiones serán quienes tengan más dinero para pagarlas.

Igualmente, se afirma que la iniciativa auspicia la integración gradual de las telecomunicaciones alrededor del importante tema de la convergencia digital. Esto también es falso. El único beneficiado sería el monopolio que hoy en día posee cerca de 70% de las frecuencias televisivas, so pretexto de dicha convergencia digital.

La pregunta está en el aire: ¿Cómo podría llegarse realmente a un mayor acaparamiento del mercado de las telecomunicaciones en nuestro país? ¿Televisa, que controla más de 80% de las operaciones en su sector, podría abarcar más? En cualquier economía capitalista, el acaparamiento de 80% de un mismo sector es un acto monopólico. En Estados Unidos, por ejemplo, ninguna empresa puede acaparar más de 33% de la televisión, porque en ese caso sería considerada por los jueces como una actividad ilícita.

Sin embargo, no acaba aquí el asunto: la posición dominante de Televisa y Televisión Azteca, con 394 frecuencias concesionadas (225 la primera y 169 la segunda), podría crecer mediante otros servicios como telefonía, internet, transmisión de datos y otros. Los dos más grandes consorcios televisivos pretenden aprovechar la liberación de canales de televisión gracias a la aplicación de tecnologías digitales, sin que medie una licitación pública en la que nuevos interesados pudieran concursar. Lo cual sería un “regalo” para tales empresas, además de otorgar un poder económico decisivo y gran influencia política a Televisa y a Televisión Azteca.

Lo vital para el país es aclarar el tema de las frecuencias y la digitalización. Es un proceso que no ha sido suficientemente explicado. A Televisa le interesa que a través de sus televisoras no sólo se ofrezca televisión, sino también diversos servicios derivados de la digitalización como internet, telefonía, transmisión de datos, juegos interactivos, lo que ampliará el monopolio sobre servicios adicionales como telefonía y la red de voz y datos conocida como “triple play”.

Sin embargo, le hacía falta un marco jurídico. El “Acuerdo por el que se adopta el estándar tecnológico de televisión digital terrestre y la política para la transición a la televisión digital terrestre en México”, autorizado en 2004 por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), le era insuficiente.

La “renovada” Ley Federal de Radio y Televisión hace aparecer en su artículo 28-A el procedimiento para que los concesionarios puedan convertirse en redes públicas de telecomunicaciones para “usar, aprovechar o explotar una banda de frecuencias en el territorio nacional” y estar así en posibilidades de ofrecer los servicios de “triple play” (voz, datos e imagen).

En este escenario también están involucrados los concesionarios de sistemas de televisión restringida por cable, a quienes se les abre un amplio horizonte de negocios gracias a la convergencia tecnológica por medio de sus redes de cableado. Enfrente y con las mismas intenciones se encuentran los operadores de telefonía y de servicios de telecomunicaciones, quienes buscan a su vez obtener permiso para ofrecer servicios de video.

Las modificaciones limitarían al extremo el desarrollo de las estaciones comunitarias, beneficiarían sólo a los grandes consorcios en el proceso de digitalización de mediano plazo y dejarían fuera a los competidores de menor capacidad económica. Es decir: un parche ilegítimo y excluyente de las mayorías, una muestra de cómo se sirve al poder, de arreglos por debajo de la mesa.

Berlusconi, Italia: dictadura mediática

Umberto Eco, profesor de la Universidad de Bolonia y autoridad mundial en materia de Semiótica, ha escrito: «…en nuestro tiempo, si dictadura ha de haber, será una dictadura mediática y no política. Hace casi 50 años que se viene diciendo que en el mundo contemporáneo, salvo algunos remotos países del Tercer Mundo, para dar un golpe de Estado ha dejado de ser necesario formar los tanques, basta con ocupar las estaciones radiotelevisivas (el último en no haberse enterado es Bush, líder tercermundista que ha llegado por error a gobernar un país con un alto grado de desarrollo)».

En Italia, el Primer Ministro Silvio Berlusconi controla la mayoría de la televisión terrestre. Es dueño de tres redes privadas de televisión, y el gobierno, a través del Ministerio de Economía, es dueño de tres redes públicas de televisión.

También el primer ministro es el dueño de Mediaset, una cadena televisiva que forma parte de Fininvest, el superholding mediático de Berlusconi, que detenta el 44% del mercado italiano. Los opositores dicen que su objetivo es, a futuro, privatizar totalmente el espacio televisivo que podría quedar repartido en dos partes: la mayor estaría controlada por Fininvest, y la más pequeña estaría relacionada con la RAI, que ahora tiene una participación del 44.9% en el mercado.

Así, el imperio informativo de Berlusconi abarca casi todo el sector de los medios televisivos, el 45% de la prensa escrita, el 48% del mercado editorial y la mayor empresa de publicidad. Otros imperios mediáticos existen en todo el mundo: Murdoch en Inglaterra, Kirch en Alemania o Vivendi en Francia, pero no por ello son dictaduras.

La “anomalía italiana” consiste en que Berlusconi une a su hegemonía mediática su poder como máximo dirigente político del país, una mayoría parlamentaria sometida a sus designios y haberse embarcado en la construcción de una ingeniería legal y constitucional a la medida de sus intereses.

El paralelismo con México se acentúa. Por ejemplo, un antiguo funcionario gubernamental y ahora investigador de los medios, José Carreño Carlón, plantea: «desde finales de los 80 a 2000 o 2002, México logró combinar el modelo de colusión de intereses con crecientes márgenes de libertad de los medios, lo cual configuró un esquema más próximo a los modelos de Fourth Estate (cuarto poder o contra poder) y watch-dog (la función de vigilancia sobre el funcionamiento de los poderes) en los términos propuestos para los medios en las democracias con mayor arraigo».

Sin embargo, clarifica que a partir de 2002 el modelo de colusión pasó a quedar supeditado al dominio del poder privado en el control de los medios, a través de un esquema que Raúl Trejo Delarbre enuncia como “subordinación al revés”, porque a diferencia del esquema iniciado desde los años 20 ahora la relación quedaría invertida: la subordinación recae en el poder público y el mundo de la política, a favor de los grandes medios controlados por el poder del capital privado promonopólico. Se trata, lisa y llanamente, de una elevación de los medios al estatus de First Estate, de primer poder (mediocracia o telecracia).

O de “Poder Cero”, como lo ha llamado Alfonso Nieto, fundador de la Facultad de Comunicación Pública de la Universidad de Navarra: «En época no lejana se calificó a la prensa de cuarto poder; actualmente el poder de comunicar es poder cero. En ocasiones, ese poder domina sobre los que dominan, decide sobre los que deciden, juzga a los que juzgan, crea modas y las destruye; de hecho, está en la raíz de los otros poderes».

En tales términos, el gobierno mexicano cedió la rectoría del modelo de colusión en favor del componente empresarial dentro del complejo político de control de los medios. Así, esta rectoría pasó del poder presidencial, que lo monopolizó en otros tiempos, al poder de quienes encabezan las dos grandes empresas de televisión y un puñado de cadenas de radio. Al subordinar el poder público y el espectro político general al poder fortalecido de los medios, se impuso un aplazamiento indefinido al curso de la transición democrática.

Panorama que ahora, mediante la llamada “Ley Televisa”, pretende llegar a un cierre de pinzas con el control de los medios digitales o el nuevo imperio de las Tecnologías de la Información (TI), que en el mundo comienzan a conocerse como “Sociedad de la Información” o la tecnoutopía de la computadora y el Internet.

Lo que está en juego: ¿la tecnoutopía de la información?

Con la irrupción de las Tecnologías de la información, que comprenden técnicas para la difusión y la informatización de datos, aparece en escena la presencia de los “nuevos medios” de comunicación. Denominada telemática (Moragas, 1985), el concepto define un único sistema que agrupa a las comunicaciones telefónicas, a las comunicaciones de masas y a las comunicaciones informáticas de forma que integra la transmisión de datos simultáneamente y el intercambio recíproco entre individuos o entre computadoras, mediante cables, enlaces o satélites. Esto promueve que la comunicación y la información se puedan acelerar y organizar de una manera rotundamente intensiva.

A su vez, Armand Mattelart, especialista en Comunicación, antiguo colaborador del gobierno de Salvador Allende y desmitificador de las industrias culturales estadunidenses, expone que en 1998, después de tres años de negociaciones en el marco de la Organización Mundial del Comercio, marcadas por el sobrepeso de los grandes países industriales, entró en vigor el acuerdo que implantaba la apertura a la competencia de los mercados nacionales de telecomunicaciones. Quedó así abierta la puerta para la formación de grandes grupos multimedia.

Las megafusiones-adquisiciones y las tomas de participación prohijaron el hermanamiento de las industrias de contenidos mediaticos con los operadores de la red. Dichas fusiones revelaron la evidencia de la aceleración de los procesos de concentración a escala planetaria en el sector, así como la creciente importancia de los operativos financieros. Varios países latinoamericanos se habían adelantado a esa negociación de la OMC, como lo hicieron precozmente Argentina, Chile, México y Venezuela.

Apunta Mattelart que en los años 2001 y 2003 participó personalmente en conferencias organizadas por la Comision iraní de la Unesco, en Teheran, sobre la sociedad de la información en los países del Asia central y occidental, así como, en 2003, en otra convocada por el Senado de la republica en la ciudad de Mexico, para tratar los “retos de la sociedad de la información”. En cada de estas sedes quedó claro que sólo ciertos sectores se movilizan para discutir dichos temas. En Iran, los sectores reformadores. En México, el Secretario de Comunicaciones hizo mutis a la invitación y tampoco mandó ningún representante. Menos aún aparecieron noticias destacadas en los grandes medios.

A pesar de esos desaires de los poderes instituidos, el enfrentamiento entre posiciones ha contribuido a socavar los discursos tecnoutópicos, ya que ha venido a recordar que la construcción de la llamada sociedad de la información se inscribe forzosamente en un campo de fuerzas políticas de las que es difícil abstraerse y que la construcción de los usos sociales de las tecnologías es igualmente un asunto de los ciudadanos, y no sólo del determinismo del mercado y de la técnica.

En los días actuales, la conectividad técnica se presenta como el pasaporte hacia la nueva sociedad. Esta ideología de la conectividad se combina con el retorno, en las esferas del poder llamado global, de las concepciones neodifusionistas –de arriba abajo– en la producción y distribución del “conocimiento” en las estrategias de construcción de los macro-usos de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación.

La retórica de la innovación digital sirve de coartada para remozar visiones neoimperiales y etnocéntricas de la restructuración del orden mundial. Lo grave es que organismos como la Unesco aceptan suscribir acuerdos oficiales con Microsoft para yugular la “fractura digital”, en circunstancias en que dicho monopolio intenta abrir juicios por todos lados a los partidarios del software libre.

Por otra parte, el movimiento social ha desafiado los límites de esta oferta de participación y, paralelamente, busca más que nunca dotarse de sus propios lugares de reflexión y formular sus propios programas de acción. Como lo prueba la apertura, en los foros sociales mundiales, de espacios de debate y de propuesta sobre las nuevas formas de hegemonía cultural. Apoyándose en la logística de las nuevas redes de la militancia y los foros sociales mundiales, continentales o nacionales, el movimiento de la altermundialización ha incorporado progresivamente la controversia relativa al rumbo tecno-informacional en el debate sobre las razones estructurales de las disparidades socioeconómicas.

La libertad del consumidor, del usuario, no es algo que caiga del cielo. Se construye a base de contrapoderes y la organización de lugares perennes desde donde se expresa este contrapeso. No se sabe qué forma tomará, pero sin duda ha llegado el momento para pensar la organización de la sociedad civil en este campo de la acción y conciencia ciudadanas.

En una entrevista, Mattelart denuncia que la “tecno–utopía” ha perdido su asidero debido al choque con diversos aspectos de la realidad. Se impone una tendencia hacia el ordenamiento de las redes mundiales desde una visión más pragmática. El sector privado transnacional, los gobiernos y las organizaciones no gubernamentales están enfrentados por la definición de la sociedad de la información.

La pregunta hoy es: ¿qué orden queremos en las redes de redes? ¿Qué nuevo orden mundial de la información estamos dispuestos a acordar entre todos los actores globales? La respuesta no resulta nada clara. Frente al sueño de que todos vamos a poder ingresar en la era del conocimiento de todo a través de Internet hay una realidad. Hay monopolios de poder y de saber.

O desistimientos históricos, como es el caso de México, donde el declive de la política se muestra agudizado por un gobierno inepto y miope, que no ve más allá de las gafas de la inminente derrota electoral de ¿su? partido.

El SemioCapitalismo (SemioKap): ¿ la distopía que viene?

En un documento de febrero de 2000 se alude a la recién perpetrada fusión entre America OnLine y TimeWarner, vista en perspectiva como un pasaje decisivo en la historia de la comunicación social y en la historia de la formación de un sistema omnicomprensivo del poder sobre la mente colectiva.

Establece que la historia del ciclo de la infoproducción en el decenio de los noventa se desarrolló al filo de la alternativa entre dos posibilidades: a) la formación de una Mente Global interconectada por cable según las líneas de poder del SemioCapitalismo (SemioKap), y/o b) la formación de una Inteligencia Colectiva dotada de autonomía y de autodeterminación y, sobre todo, capaz de hacer valer prioridades diversas a aquellas de la economía semiocapitalista.

La batalla entre tales dos perspectivas sigue abierta. La rebelión global en Seattle, por ejemplo, fue un momento importante de autonomía de la Red respecto del SemioKap. La red funcionó según un modelo de tipo rizomático, descentrado, paritario y no jerárquico respondiendo a las exigencias de autoorganización del trabajo virtual según un proceso igualitario y difusivo. Al mismo tiempo, en el bando contrario se avanzaba en los proyectos de colonización económica de la red, hecha posible por vía de la simplificación de los procedimientos de búsqueda y de conexión que la web puso en marcha.

Es decir, durante los años noventa tuvo lugar un proceso de recíproco entretejido entre la red y las centrales de dominio (semiótico, económico, imaginario). Por un lado, la acción que desempeñan los productores de software para la red tiende fatalmente a desembocar en su colonización parcial. La creación de una interfase facilitadora o el desarrollo de un motor de búsqueda representan, inevitablemente, procesos de colonización parcial, de encauzamiento del flujo comunicativo y de la búsqueda. El poder pasa a través de la facilitación de los recorridos/itinerarios.

En esa vía, el lanzamiento de Windows 95 constituyó un intento agresivo de conquistar la red por parte de la empresa Microsoft. Con la incorporación de MSN en el paquete del sistema operativo, Microsoft –que en un primer momento no supo prever el impetuoso desarrollo de Internet– buscaba acortar el camino a la red incorporándola. Tuvo un éxito parcial y conflictivo, solo en mínima parte, y desde ese momento empezaron los problemas para Microsoft.

El proceso de colonización de Internet se ha desencadenado en los últimos años de manera parcial, sin que llegue a darse la alteración decisiva de la función autoorganizativa que desarrolla la red. Un episodio tuvo lugar en otoño de 1999, cuando la red supo funcionar como instrumento de organización del pensamiento internacional contra la World Trade Organization, reuniendo, canalizando contenidos y poniendo en funcionamiento un proceso de hegemonía de la red sobre el sistema mediático global.

Dejando de lado las incursiones (invasivas, por demás) de la publicidad, el flujo de comunicación de Internet hacia fines de los años noventa era de hecho un flujo autogestionado, autoproducido, funcional a los intereses –sociales, cognoscitivos, imaginarios– de los hombres y las mujeres que la utilizan, la frecuentan y la alimentan. No obstante, al mismo tiempo se desenvuelve otro proceso que agrede la autopoiesis de la red desde un punto de vista que no es el de la creación de interfaces, sino precisamente el de la producción de contenidos desde un foco centralizado (visión panóptica u ómnibus). La televisión es así el instrumento mediante el cual el Semiocapitalismo agrede la autonomía de la red. ¿Cómo?

En la última década ha tenido curso la creación de inmensos conglomerados de la producción televisiva: CNN, Warner Bross, Time (en México el dueto Televisa-TV Azteca), han producido contenidos que van desde la información al entretenimiento. La Neotelevisión o el sistema de info-tainment-[Infotainment: neologismo formado por las palabras “information” y “entertainment”]TV toma un carácter de ariete para atacar a la red.

Apenas transcurrida la batalla de Seattle (de hecho, la primera insurrección mediática del nuevo siglo) el coloso de la info-tainment TimeWarner se lanzó a la conquista de Internet, usando como caballo de Troya al mayor proveedor que existía: America OnLine. AO aparece como el vencedor, como la fuerza que absorbe: AOL funciona como instrumento de infiltración del modelo televisivo en el espacio de red.

La convergencia entre proveedor de servicio de red y proveedor de contenidos de la televisión revela un proyecto de mutación del modelo comunicativo de Internet. Si este diseño se realiza –y todavía no está todo dicho– el efecto de la fusión del mayor proveedor de red con la mayor empresa de producción de info-tainment en el mundo no será, como se dice, la convergencia entre la red y la televisión. Es, más bien, la colonización de la red por parte de la TV, la invasión de la red por parte del flujo semiótico de la info-tainment homogéneamente replicada.

Según este rejuego de fintas y embestidas, la hiper-TV busca a todo tren engullir a la hipo-net. La creación de contenidos (léase programación y barras televisivas) no dependerá más de individuos y grupos que se conectan de manera voluntaria y consciente en la electrosfera. Los contenidos son la réplica del modelo televisivo: señales arrojadas a la mayoría, producidas según los gustos (espectaculares y especulares) de esta mayoría, en beneficio de una pequeñísima minoría. En esta visión (corporativa) los nuevos usuarios tenderán cada vez más a consumir Internet como se consume televisión.

Sin embargo, el escenario pesimista, la distopía, no tiene que suceder a fuerza. En cierto sentido, porque la convergencia entre dos paquidermos puede producir una parálisis. Pero, sobre todo, porque la comunidad de la red puede aprovechar esta ocasión para intensificar sus experiencias de web tv.

Se augura, entonces, que en el próximo período los problemas técnicos que existen atrás de la transmisión de imágenes en movimiento estarán en vías de resolución. Esto implica la necesidad de estar preparados para utilizar esa oportunidad tecnológica en la perspectiva de poner en funcionamiento un proceso opuesto al que tal fusión quiere llegar. Es decir, generar un proceso de proliferación de las emisoras de video conectadas en red. Por ende, la fusión entre AOL y TV viene a ser la respuesta del sistema mediático dominante a la rebelión global iniciada de noviembre del 99. Pero la batalla está apenas en sus inicios.

Los costos de la producción televisiva impidieron siempre el acceso a operadores que no dispusieran de grandes capitales para invertir y que no pudieran capturar ingentes cuotas de publicidad. Pero hoy esto cada vez más deja de ser así. Los medios de producción visual se vuelven accesibles: una telecámara digital tiene un costo fácilmente abordable por un colectivo, por un centro social, por un artista o un grupo de artistas independientes. Además la digitalización de las máquinas de producción visual hace posible una inmediata integración de la producción visual dentro de la red Internet.

Hasta ahora, el videostreaming apenas inicia sus primeros pasos. Hoy, gracias a la disponibilidad creciente de banda ancha tiende a hacerse posible circular por la red Internet grandes cantidades de videostreaming. Pueden crearse bancos de datos visuales, jukebox propiamente dichos accesibles ya sea por parte de los internautas (que son hasta el momento una minoría ínfima de la población mundial), ya sea por parte de pequeñas emisoras televisivas que podrían transmitir desde la red a la pantalla del electrodoméstico televisivo. Se delinea la posibilidad de una integración inédita entre el dispositivo de red y la recombinación de fragmentos de producción visual.

Igualmente se delinea la perspectiva de una destrucción de la televisión. Cuando las comunidades comiencen a usar la telecámara para informar, o jugar con su vida cotidiana, la televisión dejará de ser algo que se ve y comenzará a ser algo que se hace. Esta es la posibilidad implícita de la micro TV.

No se trata de hacer una televisión más justa, una televisión más bella. La única televisión buena que se puede hacer es la que destruye a la televisión, que transforma el equipo de videocámara-transmisor en un teléfono, un video-teléfono comunitario. Si esto se vuelve una moda, un modo de ser, un comportamiento de masa, solamente los más tontos mirarán la televisión todavía, porque los otros estarán ocupados haciéndola.

Epílogo

En México, mientras tanto brillan por su ausencia iniciativas ciudadanas como los Observatorios de Medios (apoyados por organizaciones sociales, ONGs y sindicatos), y todos estamos convertidos en meros consumidores… (aunque sin capacidad adquisitiva). En tanto, el Senado de la república tienen en sus manos la papa caliente: ¿Mediocracia o democracia?

Publicado en la revista Foro Universitario, Nº 8, junio-julio 2005, México.


FUENTES
§ Laura Islas Reyes, “La ley de Televisa”, ETCÉTERA, enero 2006.
§ Ricardo Rápale, “No todo es cuento”, ETCÉTERA, 5 de febrero de 2006.
§ Eduardo Martínez Cantero, “Preocupan a Canieti modificaciones ‘parciales’ a la ley de radio y tv”, LA JORNADA, Miércoles 1 de febrero de 2006.
§ Víctor Cardoso, “Marginan de la toma de decisiones a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes”, LA JORNADA, viernes 13 de enero de 2006.
§ Por Leonardo Rosas, “Controversia entre PRI, PAN y PRD por aprobación de ley de radio y tv”, LA CRISIS, 11 de enero de 2006.
§ “Reserva Senado frecuencias de radio y TV”, Infosel Financiero, 28-12-2005.
§ Senador Javier Corral Jurado, “Más concesiones a cambio de apoyo a Madrazo: Corral. Reformas a ley de radio y tv, acuerdo PRI-Televisa”, 4 de diciembre de 2005.
§ Raúl Trejo Delarbre, “En siete minutos”, ETCÉTERA, suplemento especial, diciembre 2005.
§
Gabriel Sosa Plata, “Televisa y su ley”, en la sección Finanzas de EL UNIVERSAL, el 6 de diciembre de 2005.
§ Umberto Eco, “La transparencia perdida. De la Paleotelevisión a la Neotelevisión” en La estrategia de la ilusión,1983; Madrid: Lumen, 1986.
§ Jesús González Requena, El discurso televisivo: espectáculo de la posmodernidad, Madrid: Cátedra, 1992.
§ Imbert, G., “La hipervisibilidad televisiva: Nuevos imaginarios/nuevos rituales comunicativos”. Textos de las I Jornadas sobre Televisión (diciembre, 1999). Université de Paris-Sorbonne.
§ Carmen Lloveres, “Dictadura mediática en la Italia de Berlusconi”.
Agencia de Información Solidaria (AIS). España, febrero del 2004.
§ Francisco Ficarra, “El imperio mediático de Silvio Berlusconi en Italia”, revista Chasqui 89, 2004.
§ Nando Pagnoncelli, “Italia: La estrategia de comunicación política de Berlusconi”.
§ Antonio Pasquali, “Reinventando las políticas de comunicación del siglo XXI...”, Conferencia para el VI Congreso Latinoamericano de Investigadores de la Comunicación - ALAIC, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, junio de 2002.
§ Adriana M. Cely Alvarez, “Elementos para caracterizar los ‘nuevos’ medios de comunicación”, Universidad del Zulia, Centro de Investigaciones de la Comunicación y la Información. Venezuela,
acely@luz.ve, acely@telcel.net.ve § Entrevista a Armand Mattelart. “El sociólogo que desnudó al Pato Donald y el modelo estadounidense, El profeta del Apocalipsis”, por Carlos Morales, suplemento Domingo, La Prensa, La Paz, Bolivia, 28 de noviembre de 2004.
Franco Berardi ‘Bifo’, “MEDIACTIVISMO (Activismo en los medios) Estrategias y prácticas de la comunicación independiente, Mapa internacional y manual de uso”, Matteo Pasquinelli (curador), Los libros de DeriveApprodi, 1ª edición septiembre de 2002.
www.rekombinant.org

NEOMEDIOS - Escrituras virtuales en la Era Postmedia

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Escrituras virtuales en la Era Postmedia
De la info-guerrilla zapatista a la guerra
entrópica “del juicio final” (de Bush Jr)

Reputado como el “siglo de la comunicación”, el final del siglo XX trajo consigo un reforzamiento casi irrefutable del sistema de los medios. Con la “planetarización” de los intercambios y de las interacciones, prohijada por las nuevas tecnologías de información y comunicación, el aparato mediático corre hacia la tan pregonada “convergencia” e integración de los viejos y novísimos vehículos comunicativos. Sobre todo de los más nuevos, los que acrecientan el control y la extensión de cobertura sobre el público. Así, el poder de los medios se torna, a primera vista, incontestable.

Esto se traduce en tendencias crecientes de centralidad y multiplicada capacidad de influencia, tanto a través del despliegue de las industrias culturales globalizadas, o bien por eso que conocemos como “videopolítica” (Sartori, 1989) y la aparición en todo el orbe de los regímenes políticos denominados “mediocracias” o “telecracias” a través del marketing político, la distorsión mediática y el control de la agenda sitting.

La globalización de la economía, a partir de la transmisión instantánea de datos y mensajes, con sus paradigmas centrados en la eficiencia instrumental y la movilización de capitales, trae consigo riesgos exponenciales de mundialización de la cultura, en virtud de la heterogeneidad y diversificación controladas de las formas de producir y de consumir (toyotismo).

Sometidas a esos flujos –llamados “de libre circulación”–, las culturas nacionales y locales quedan disminuidas o amenazadas. Sin embargo, también es importante observar que la globalización de la cultura ha encontrado notables resistencias en el interior de las culturas receptoras y no ha logrado imponerse en toda su pretensión monopolista. Se da, así, una relación dialéctica entre las presiones uniformadoras y el reforzamiento defensivo de las culturas autóctonas, que buscan pervivir sin cerrarse a las ventajas de la innovación tecnológica.

De ahí que junto al impacto de la globalización y la mundialización se registren fuertes procesos de “localización”, territorial y simbólica, así como un vigoroso repunte de la cultura coloquial, e incluso cierta “babelización”, cuando conviven y se mezclan formas de entender la realidad y de vivir provenientes de múltiples lugares, lo que implica avances rotundos en la heterogeneización o fragmentación cultural.

La “dictadura” de los medios

En el aparato de la comunicación masiva, la tendencia en curso es reducir el dominio unilateral del emisor –la “dictadura” de los medios– y entonces se abren alternativas de mayor selección e incluso de interacción para los destinatarios que adquieren capacidad de “opción”. Hoy, el tele-lector ya no está cautivo de un programa como en 1960. Armados de videograbadora, de control remoto y walkman, o teléfono celular multifunciones, las opciones de recibir comunicación a nuestro gusto son muy amplias.

Lo cual repercute asimismo en aumentar y/o estrechar la solidez de las convicciones sociales y políticas. Proliferación de ultranacionalismos y fundamentalismos tradicionales, “cabezas rapadas” y el soterrado neonacionalismo tecnotrónico. Eclecticismo partidario (o musical), volatilidad del voto (o de la mirada), conectividad a ultranza, zapping electoral: el ciudadano tiene a su alcance la política de sus aparatos.

Pero, igualmente, el principio de siglo y de milenio da visos de una crisis en el aparato mediático, al menos en lo que toca a sus reservas de legitimación y credibilidad de prosapia iluminista, como son –todavía– las libertades de expresión y de prensa. Sustituidas en gran medida por la “libertad de empresa”, o la desregulación de las intervenciones estatales, pero asimismo bajo el peso de la censura política-militar o la autocensura bajo el régimen del spin system, como ha sido el caso de los grandes medios de EEUU a raiz del 11-9-01.

Antes de avanzar mayormente en la batalla entre la gran industria mediática y las estrategias posmediales y los nuevos medios “tácticos”, Félix Guattari anotaba que la actual crisis de los medios y la entrada a una era post-media eran los síntomas de una crisis mucho más profunda. Esto podría leerse como un augurio del 11-9-01 y la guerra global antiterrorista –léase “preventiva”– encabezada por George Bush Jr. por encima de todo derecho y toda instancia de poder internacional.

En la era que Guattari ha definido como "post-media", pregunta él mismo: ¿podrá la humanidad hallar la brújula para reorientarse dentro de una modernidad cuya complejidad le sobrecoge?, meditar sobre esa complejidad renunciando, en particular, al enfoque reductivo del cientificismo y cuestionar sus prejuicios e intereses a corto plazo, es la perspectiva necesaria para entrar en ella, responde.(1)

En los días actuales, el conjunto de grandes revoluciones contemporáneas, positivas y negativas, nos impacta y las juzgamos invariablemente desde el filtro de la industria de los medios de masas, ese que retiene apenas una descripción del evento y oculta lo que está en juego en toda su complejidad.

Habla Guattari: «Sin un cambio de mentalidad, sin entrar en la era postmedia, no puede haber un control duradero del entorno. Sin embargo, sin modificaciones en el entorno social y material no puede haber un cambio en las mentalidades. Nos encontramos ante un círculo que me lleva a postular la necesidad de fundar una "ecosofía" que enlace la ecología medioambiental con la ecología social y mental.
«Es, por tanto, de esencial importancia que junto con el mercado capitalista aparezcan mercados territorializados, que dependan del apoyo de formaciones substanciales, que reafirmen su modelo de valorización. Del caos capitalista debe surgir lo que yo llamo los "imanes" de valores: valores diversos, heterogéneos y disensuales [dissensuelle]».(2)

Estadio posmedial de civilización

Esa crisis, y el surgimiento de un estadio posmedial de civilización, hacen ver que el carácter esencialmente pluralista, multinuclear y heterogéneo –ex centris– de la subjetividad contemporánea busca mantenerse y sobrevivir, a pesar de la homogeneización globalizada a la que está sometida por parte de los medios de masas, en su fase de postrera hegemonía.

En su último escrito entregado a la publicación, Guattari señalaba que la ecuación que rige actualmente (medios=pasividad) estaba llamada a cambiar más pronto de lo que pensamos. Si bien advertía de no esperar un milagro en tales tecnologías, sino, como De Certeau, prevenía que todo dependerá, en último instancia, de la capacidad de los grupos para apropiárselos y aplicarlos a fines adecuados de sustentabilidad.

En su profecía rizomática incluía experiencias como algunos de los proyectos más interesantes de los años 60-70: experiencias como el video-activismo vinculado a la Internacional Situacionista, el cine-expandido que se vinculaba, por un lado, a todo el movimiento Fluxus, y por otro a la tradición europea del cine verité y el cine de experiencia; o, por último, las experiencias vinculadas a la guerrilla-TV en los EEUU y toda su posterior herencia.(3)

La aproximación de los vanguardistas rusos a la experiencia del cine tuvo mucho que ver con estas ideas, como tuvo que ver con ellas la experimentación brechtiana con la radio y su utópica aspiración al desarrollo de una genuina “comunidad de productores de medios”.

En tanto el sistema mediático se tornaba el agente central de la colonización mental y del autoritarismo político, Felix Guattari predicaba acerca de la sociedad post-mediática.

En sus palabras, el avance de la informática originaría en el corto plazo una amplia difusión de mecanismos rizomáticos. Esto es, relaciones bidireccionales y multidireccionales entre colectivos de enunciación posmediática. En realidad, bosquejaba la utopía de la red, ese rizoma desbordado de cerebros y de máquinas.
Tales mecanismos y modelos relacionales habrían de “infectar” al sistema televisivo centralizado, sacudirían y desestructurarían todas las formas jerárquicas de tipo estatal y de tipo económico. Esa utopía, como todas las utopías –en la realidad– no puede ser pacífica, y entonces en el vientre del devenir posmediático tiene lugar una guerra. La guerra interminable entre el dominio y la libertad.

El punto filosóficamente más importante de la profecía posmediática de Felix Guattari impele a preguntarnos qué entendemos por mediatización, y en qué niveles la mediatización envuelve, disturba, reprime y cancela nuestra singularidad corpórea.

Es decir, crecientemente se trata de una operación de investigación crítica utópica, en cuanto aspira a la instauración de lo que habermasianamente podríamos llamar una comunidad ideal de comunicación, definida y evidentemente no cumplida, pero cuya enunciación tampoco ha resultado agotada ni institucionalmente absorbida.(4)

De Certeau, al respecto, analizó la cultura popular no como "dominio de los textos o de los productos, sino más bien como conjunto de las prácticas y de las operaciones realizadas sobre lo textual o sobre estructuras textuales". En otras palabra, sobre cómo nosotros, consumidores-usuarios, usamos los textos y los productos que nos circundan.

De Certeau describió el proceso de utilización y consumo como una serie de tácticas mediante las cuales el débil puede usar al fuerte. Caracteriza así al usuario rebelde (término que prefiere al de "consumidor") como táctico y al productor presuntuoso (entre quienes incluye a los autores, educadores, curadores y revolucionarios) como estratégicos.

En ese sentido, la aparición de tecnologías mediales “do it yourself”, quasi domésticas, posibilitan la producción táctica de pequeños dispositivos micromediales (en la red de internet, pero también en el ámbito de los «viejos media», tipo radio, revista o televisión), de suerte que abren el espacio para una transformación profunda de las tecnologías de distribución pública del conocimiento y las prácticas comunicativas.(5)

La emergencia de todo este panorama posmedial, entendido como la expansión creciente de un conjunto de nuevos dispositivos de hardware y software –que necesariamente aparejará una reorganización radical del mapa de los media–, se escenifica entonces en un contexto, al menos potencial, de cambio profundo en cuanto a los modos producción, distribución y recepción de la experiencia comunicativa.(6)

Ello hace urgente el señalamiento de un objetivo prioritario para la acción crítica, como vendría a ser la producción de una esfera pública en el contexto de las sociedades posmediales, aquéllas en que la circulación de la información no está exhaustivamente articulada conforme a procesos de concentración de los aparatos distribuidores del conocimiento y la opinión.

Y, a su vez, no deberá estar orientada estructuralmente a la construccion de consenso y sí a la producción de un objeto propio: el “trabajo inmaterial”, las prácticas de producción simbólica entendidas y elucidadas como prácticas reales de comunicación pública en un contexto social e histórico concreto, lo cual sentará las bases necesarias para que ese proceso de autocrítica inmanente se inicie de hecho.
Es un rasgo característico de la perspectiva social de los nuevos medios es el hecho de que sus formas de colectividad están basadas casi de manera exclusiva en una experiencia de conexión, de constante ensamblaje.

Crear en la red, o a través de ella, entornos de intercambio de opinión y lenguaje, de producción de comunidad como campos para la movilización social, de nuevos medios, es una práctica implícita en el término Tactical Media.

Teoría de los nuevos medios

Encontramos, por tanto, que la teoría de los nuevos medios sólo puede ser una teoría del desplazamiento, una dinámica, estudio y comprensión de las migraciones de lenguaje, de los envíos, de los continuos procesos de traducción medial.(7)

De hecho, se afirma que hoy la actividad del pensar no es ya la creación de juicios sintéticos. Más bien, como proponían Deleuze y Guattari en su definición del concepto de lo filosófico, nos orientamos a definirlo como un sintetizador de pensamientos, que sirve para hacer viajar el pensamiento, hacerlo móvil (tal como el sintetizador electrónico hace viajar al sonido)
, esto es, una práctica de ensamblaje, de distribución de microintervalos.

Lo anterior implica una relación estrecha, por tanto, entre los medios electrónicos con prácticas de extensión y proliferación. Poéticas, por tanto, del envío y del desvío, de la dispersión: inorganicidad de la obra, vista en todo momento como extranjería. Y la definición como rastreo aproximativo, como diseminación de los lenguajes.

¿Un tiempo sin objetos –es la pregunta–, eso es lo que nos espera?

En la red, los signos se encadenan y forman secuencias –matrices– que se arrastran en su caída, como si su peso estuviera en su unión. Ningún signo flota aislado, aunque observamos un constante “polvo de matrices rotas”, de fragmentos de cadena perdidos, la cual junto a la disincronía de las velocidades de caída le da profundidad a la pantalla.

Las matrices tienen algo de escritura entre cabalística, cirílica y japonesa, y algunas líneas van cargadas de ceros y unos, de numeraciones invertidas. Palimpséstica, semejan una reducción matricial de otra escritura más compleja, y no puede uno evitar la sensación de atender una transmisión de contenidos altamente elaborada, como si leyera un gran libro que contuviera, incluso, toda su hermenéutica.

En este estatus cero de los signos no puede uno imaginarse los objetos que se corresponden, sino que tampoco sería capaz de imaginar una interpretación cualquiera de su fabulación. En todo caso, su mensaje se agota en sí mismo, no admite mediadores, no se da a la interpretación. Más bien, podría decirse que nos encontramos frente a un nivel de escritura estrictamente primordial.(8)

También podría decirse que el pensamiento impuro no mantiene los límites a que se sometía a la mezcla. Ahora lo vemos como un parásito de la belleza de su propia impureza. Esta inteligencia mixta vive gracias a los fallos de la memoria, a la fascinación morbosa, a argumentos erróneos y a motivos impuros. No representa ningún cambio, lo lleva a cabo sin casi darse cuenta.

Desde tal tesitura, la fe pagana en los nuevos medios, en la vigilancia, la adaptabilidad, el reaprendizaje, la improvisación, la imagen, la identidad o en la gestión de proyectos es el método infalible para la introducción de nuevas técnicas.(9)

Ciertamente, entonces, la experiencia de la red no es propiamente la de la fragmentación, sino que se caracteriza como la proliferación espontánea de lo múltiple. La transmisión de mensajes en la red suele referirse, por un lado, a la explotación de las extensiones de las variables de los términos, a la proliferación de las series y las repeticiones infinitas, y, por otro, a la disyunción como alternatividad excesiva de las posibilidades y los envíos.(10)

La red funciona, así, como un modelo de tipo rizomático, descentrado, paritario y no jerárquico. Mismo que responde a las exigencias de autoorganización del trabajo virtual según un proceso igualitario y difusivo. Recordemos que en las redes telemáticas el valor social del signo sólo puede estar en su “valor de deriva”, en el deambular constante de los lenguajes.

Se trata, precisamente, de producción de producción, y en este tenor cada uno de nosotros no es estrictamente su lector, sino tan sólo una de las lecturas que ella desgrana, la producción, y el efecto cadencial de sus cadenas matriciales, en su cascada de caídas.

Al diseminarse en innumerables direcciones, esa fragmentación de los flujos –líneas de código, líneas de deriva– libera economías locales, hace impensable órdenes de comunidades genéricas.

Sea cual fuere el dominio, todo trabajo de ensamblamiento circulatorio funciona siempre en n-1. Así entendido, no es imaginable alguna completud. No encontramos ya ese imaginario de universalidad que supone cerrar la definición de lo público en el marco de alguna figura ecuménica.

Por ende, se afirma, nos movemos en tierras provisionales, en espacios curvos. La intensidad lo es todo: no es que compartamos a priori un lenguaje –sino que se conversa con unos u otros lenguajes y este ponerlos en común, consentirlos, circular, nos une, nos enlaza. Nos agregamos en pequeñas comunidades micro, provisorias: usar y tirar.

No hay márgenes para otra política (Y2K) que no sea ésta de la no identidad, de la comunidad post-territorio.(11)

SemioCapitalismo y
esfera pública “alternativa”


El empeño en “producir esfera pública” alternativa sólo puede tener como objetivo favorecer el fortalecimiento de todos los instrumentos que permiten –cuanto más posible– la expresión plural de los intereses y las visiones del mundo, facilitando su contraste y logrando a la vez que operen como mecanismos eficientes de regulación de la acción pública.(12)

En lo básico, “La esfera pública –la cita es de Alexander Kluge- es el lugar donde los conflictos pueden ser resueltos por otro camino que la guerra”. No se trata, entonces, únicamente de producir “esfera pública” en sí, sino de producirla sobre todo de manera políticamente activa, efectiva. Esto permitirá invertir el proceso de desactivación de lo político que está en curso en las sociedades dominadas por el neoliberalismo y a cargo de lo mediático, por vía de la lógica del espectáculo integrado.

En este sentido, lo concerniente a la producción experimental del yo y los dominios de la identidad y el sujeto puede pasar a ser concebido como trabajos de intervención radical, y el desarrollo de “estrategias de la intimidad”, o bien de agenciamientos experimentales en el orden de la gestión del deseo y sus figuras, todo ello se despliega en un campo politizado capaz además de proyectar su eficacia transformadora a toda la esfera de lo social.

No es extraño, entonces, que los intentos contemporáneos de reconstrucción del sujeto trascendental kantiano se resuelvan en la construcción especulativa de un ámbito público de intercambio del pensamiento, de la acción comunicativa: por ejemplo, la idea de una razón pública de John Rawls, o la de una Comunidad de Comunicación en Habermas.

Cobra pleno sentido la afirmación de Habermas: en las sociedades actuales, el dominio de lo público no está dado como tal dominio activo –sino que su construcción es, en todo momento y cada ocasión, una tarea a realizar. O la también conocida afirmación de Kluge, que nos recuerda que la producción de una esfera pública en las sociedades contemporáneas es inevitablemente efímera, eficaz sólo por un tiempo muy breve y cada vez un objetivo más seriamente amenazado.(13)

A partir de lo antes visto, cabe afirmar –como dice Franco Berardi ‘Bifo’– que la historia del ciclo de la Infoproducción en el decenio de los noventa se desarrolló al filo de la alternativa entre dos posibilidades: a) la formación de una Mente Global interconectada por cable según las líneas de poder del SemioCapitalismo (SemioKap); b) la formación de una Inteligencia Colectiva dotada de autonomía y de autodeterminación, y, sobre todo, capaz de hacer valer prioridades diversas a aquellas de lo que llama economía semiocapitalista. La batalla entre estas dos perspectivas permanece abierta.

En esa batalla, un episodio ha sido en los últimos años la creación de inmensos conglomerados de la producción televisiva: CNN, Warner Bross, Time, que a su vez producen contenidos que van desde la información al entretenimiento. Desde allí, el sistema de info-tainment (neologismo formado por las palabras “information” y “entertainment”)]-tv existe y actúa abiertamente para atacar a la red.(14)

En el sistema telecomunicativo planetario, la guerra posmediática enfrenta uno contra otro el principio de la red y el principio de la telecracia. En esa pugna, el diseño de colonización global se contrajo miserablemente, la new economy cayó y sigue cayendo. Incapaz de gobernar la infinita complejidad de los procesos puestos en marcha por la tecnología de red (en la comunicación, la producción de bienes materiales e inmateriales, en los comportamientos psíquicos y sociales), el poder ha desencadenado la guerra.

La fusión entre AOL y Time Warner no produjo efectos significativos, en el plano de la producción de contenido. Por lo que se refiere al campo de la convergencia, sin duda la experiencia más innovadora sobre este plano no ha provenido de las corporaciones globales, sino del movimiento de los mediactivistas.

AOL ha funcionado como instrumento de infiltración del modelo televisivo en el espacio de red. La convergencia entre proveedor de servicio de red y el de proveedor de contenidos para la televisión revela un proyecto de mutación del modelo comunicativo de Internet.(15)

De hecho, el efecto de la fusión del mayor proveedor de red con la mayor empresa de producción de info-tainment en el mundo no será, como se anunció, la convergencia entre la red y la televisión. Sino, más bien, la colonización de la red por parte de la TV, la invasión de la red por parte del flujo semiótico de la info-tainment homogéneamente replicada.

Todos estamos cautivos del desarrollo mediático porque esto hace posible una expansión de nuestra experiencia, pero este desarrollo nos expone continuamente a la parálisis, al atontamiento, a la destrucción de nuestras sensibilidades particulares. Es ésta la batalla posmediática.

La red mantiene intactas sus potencialidades porque el poder no dispone de los instrumentos para controlar la infinita complejidad de la comunicación molecular. Inclusive, en la patria de la teledictadura, en Italia, comenzó a tomar forma una nueva moda, la de la micro-TV. El concepto es simple. Un microtransmisor cuesta poco y se puede transmitir en un radio de doscientos metros.

Indymedia es el primer medio interactivo planetario. Ha sabido recoger y coordinar las energías y la creatividad de decenas de miles de operadores de video, de desarrolladores informáticos, de periodistas y escritores. Con su presencia capilar ha sabido encontrar el talón de Aquiles del régimen mediático global.(16)

Eco había propuesto, desde los años 70, la “guerrilla semiótica”; la consideraba entonces, en principio, como la posibilidad de incentivar lo que llamó la decodificación aberrante, o una lectura ex centris de la información circulante, además de crear grupos de autoformación, en su momento, compuestos por obreros, ciudadanos, etc., que pudieran trabajar en el desmantelamiento crítico de los periódicos, telenoticieros y programas televisivos.(17)

Décadas después, a partir de la expansión creciente de nuevos sistemas de “reproducción técnica” que permitieran el desarrollo expansivo y efectivo de nuevos media, como tales, ello implica concebir una proliferación sin precedentes de las posibilidades de distribución pública, medial, de los mensajes.
En nuestros días, de inicio de siglo, la convergencia de las tecnologías de posproducción computerizada y telecomunicación en la red de internet, esboza un mapa de posibilidades de distribución de las formas y prácticas de comunicación que se caracteriza como posmedial.(18)

Así, la aparición de tecnologías mediales “do it yourself”, quasi domésticas, que permiten la producción táctica de pequeños dispositivos micromediales (en la red de internet, pero también en el ámbito de los «viejos media», tipo radio, revista o televisión) plantea la transformación quizá profunda del espacio de las tecnologías de distribución pública del conocimiento y las prácticas comunicacionales. (19)

Sin embargo, existe la pregunta: ¿ese mediactivismo logrará a avanzar más allá del ghetto pc-based, es decir, más allá de una experiencia construida y comunicada sólo en un nicho hecho de computadoras personales? ¿Logrará ese mediactivismo contaminar viralmente las evoluciones de la convergencia y jugar tácticamente también sobre las nuevas plataformas?(20)

El contexto general es éste: en los próximos años, el acceso a la red se desplazará gradualmente desde la PC a otros periféricos (devices) de diversos tipos, que darán pábulo a un usufructo simplificado de la web y de sus aplicaciones, y, en consecuencia, cuantitativamente más extendido a nivel social. Es decir, estamos viendo ya graves visos de absorción por el sistema y funcional a éste.

InfoZapatismo y
cyberguerra bushiana


Una segunda modalidad correspondería a la que identificamos como “info-guerra”. En realidad, este tipo de activismo medial, que utiliza la red como instrumento específico de guerrilla-propaganda, surge como una extensión de la primera modalidad, siendo en la práctica un desarrollo de ella. Uno de los casos más importantes de activismo en la red fue la llamada infoguerra indígena-zapatista, en el sureste mexicano (Chiapas).(21)

La infoguerra ha encontrado en la red de internet el mejor medio para extender su lucha propagandística. Aun cuando no ha dejado de utilizar otros medios de información más tradicionales en el agit-prop, es evidente que la capacidad de incidencia que alcanzó la infoguerra zapatista en internet –desarrollada mediante listas de correos, grupos de noticias, listas de debate y websites– ha sido incuestionablemente muy superior. Sobre todo por su capacidad de extender las redes de resistencia y solidaridad con el zapatismo a nivel mundial.

La otra cyberguerra, la que aplica todos los recursos de la violencia, es la que hemos vivido de lejos con el bombardeo de Belgrado por la OTAN, la primera guerra del Golfo Pérsico y la actual aventura llamada “guerra preventiva” de Bush Jr.; ha demostrado bien a las claras que esa apariencia de proporción en el uso de la información como arma es una falacia interesada (que incluso ha pasado bien disimulada gracias a la exhaustiva cobertura mediática prestada por ejemplo a los “errores” y sus “efectos colaterales”).

Jamás en la historia de la guerra –y esto es preciso anotarlo con toda claridad– se había dado tanta desproporción entre los adversarios en cuanto a su respectivo poderío armamentístico. Decenas de miles contra casi cero bajas demuestra que el arma de la información –que a todas luces se ha convertido en la mayor fuerza generadora de poder, tanto en tiempos de presunta paz como en tiempos de abierta y declarada guerra– está exhaustivamente concentrada.(22)

Frente a la evidencia espeluznante de ese hecho, el imaginario del acceso pirata o ilegal a su posesión resulta ridículo, si es que no cómplice en la medida de que contribuye a camuflar en parte lo inaceptablemente terrorífico de ese hecho.

En cualquier caso, recordaremos que en todas las guerras del siglo XX estuvo también imperante la censura sobre los medios, hasta llegar en 1991 a la Guerra del Golfo Pérsico, la primera desarrollada desde y mediante la parafernalia de los artefactos cibernéticos y el control informático. La presunta no-guerra de Baudrillard. Esta panoplia emergente representó hacia los medios el cierre total de las posibilidades de “cubrir” periodísticamente el “campo de batalla” y transmitir cualquier mensaje que no fuera predigerido y suministrado por la “inteligencia”(sic) del Pentágono.

El siglo en curso, flagrantemente detonado el 11 de septiembre de 2001, junto con el desplome de las torres gemelas vio igualmente derrumbarse al tan precariamente edificado Derecho Internacional que apenas databa del estreno de la ONU, en 1948, y la autoimpuesta defenestración en los propios EEUU –presuntamente “exportadores” de democracia– de las libertades de prensa y expresión bajo los redobles de la “guerra global” declarada el 12 de septiembre por el segundo Bush.

La actual “guerra entrópica” o del “juicio final” (el que no esté conmigo está en mi contra) acompaña y signa el suicidio sui géneris del sistema mediático, en su momento de mayor esplendor. Y a su posible, conjetural y anárquico reemplazo por la Era Postmedial, que apenas empieza a despuntar.


*Ponencia presentada en el II Congreso Mundial de Semiótica y Comunicación “La dimensión de los mass media”, en Monterrey, N.L., México, el miércoles 19 de octubre de 2005, en mesa redonda con Alejandro Piscitelli y Carlos Escolari, de Argentina, y la investigadora Guilia Cerani, de Italia.

Publicado en la revista Foro Universitario, Nº 7, noviembre 2005, México

REFERENCIAS:
(1). Felix Guattari, Para una refundación de las prácticas sociales. ADILKNO, Fundación para el Desarrollo del Conocimiento Ilegal (Foundation for the Advancement of Illegal Knowledge, ILWET), Amsterdam, 1995
http://espora.org/revueltas/IMG/pdf/Mediact_cap1.pdf
(2) Ibidem.
(3) José Luis Brea Page, La era postmedia Acción comunicativa, prácticas (post)artísticas y dispositivos neomediales.
http://www.sindominio.net/afe/dos_mediactivismo/LaEraPostmedia.pdf
(4) Franco Berardi ‘Bifo’, La incesante guerra entre red y videocracia. (
www.rekombinant.org) AOL/T.W._SemioKap vs. Global_Riot (Documento de febrero de 2000) http://espora.org/revueltas/IMG/pdf/Mediact_cap1.pdf
(5) David Garcia y Geert Lovink, Una caja de herramientas para mediactivistas. El ABC de los Media Tácticos. (
www.n5m.org;, www.waag.org/tmn/abc.html) http://espora.org/revueltas/IMG/pdf/Mediact_cap1.pdf
(6) José Luis Brea Page, Op. Cit.
(7) Juan Martín Prada, El net.art, o la definición social de los nuevos medios
(8) José Luis Brea Page, Op. Cit.
(9) Adilkno
* La societe des debacles. Crítica del conocimiento bastardo. http://espora.org/revueltas/IMG/pdf/Mediact_cap1.pdf
(10) Juan Martín Prada, Op. Cit.
(11) Ibidem
(12) José Luis Brea Page, Op. Cit.
(13) Ibidem
(14) Franco Berardi ‘Bifo’, Op. Cit.
(15) Ibidem
(16) Federico Montanari, Semiótica de los medios y del movimiento. ¿Semiótica en movimiento?
http://espora.org/revueltas/IMG/pdf/Mediact_cap1.pdf
(17) Luis Brea Page, Op. Cit.
(18) David Garcia y Geert Lovink. Op. Cit.
(19) Franco Berardi ‘Bifo’, Op. Cit.
(20) José Luis Brea Page, Op. Cit.
(21) Ibidem.
(22) Ibid.

GLOBALIZACIÓN, TECNOCIENCIAS, CONOCIMIENTO

Más allá del caos...

Globalización, tecnociencias
y desafíos al conocimiento

El último tramo del siglo XX trajo consigo una fuerte mutación del panorama económico y político mundial. Es un hecho que el capitalismo tejió una inmensa red global, construida con la ayuda decisiva de los avances científicos y tecnológicos en computación, genética, conductores, etcétera. La globalización es la nueva mundialización.

Vivimos la segunda gran mundialización de la economía, generada por una virtual autorrevolución del capitalismo. Ésta se lleva a cabo a través de una tercera revolución tecnológica con base en la informática, que transforma a las empresas y aumenta la productividad del trabajo; la nueva gran mundialización tiene sus bases históricas en la reorganización del sistema capitalista a partir del fin de la segunda guerra mundial. Su culminación cristaliza a mediados de la década de los ochenta, a través de un proceso multifacético que incluyó cuatro aspectos centrales:
  • § la "auto revolución" económica y tecnológica en los países del G-7;
    § la crisis y desaparición del llamado "socialismo real" en Europa, con el desmantelamiento y extinción de la U.R.S.S. y el bloque socialista del Pacto de Varsovia;
    § el agotamiento del Movimiento de Países No Alineados (que culminó la fase de establecimiento de Estados-nación en el Tercer Mundo);
    § la desarticulación del Estado de Bienestar en los países industrializados y en algunos países periféricos, lo que incluye el deterioro de los mercados laborales;
    § el final de la Guerra Fría, cuando Estados Unidos queda como la única potencia mundial hegemónica y combina su participación en bloques regionales con la autonomía suficiente para imponer unilateralmente iniciativas político-militares sin consulta a la comunidad internacional.(1)
A finales del siglo, el panorama mundial aparece como un proceso complejo integrado por acontecimientos con significados múltiples y contradictorios. Se redefine el rol de los estados nacionales, se generalizan acuerdos institucionales supranacionales y de valores comunes entre pueblos y naciones. Tales tendencias se registran tanto en los países del centro como de la periferia.

Vemos la integración de un nuevo sistema-mundo donde el comercio crece más rápidamente que la producción. Los procesos productivos se internacionalizan; esto impulsa procesos de interdependencias comerciales, de mercados de capitales y de innovaciones tecnológicas y productivas. Pasa a ser central el comercio entre y dentro de los consorcios y el comercio de servicios.

Lo anterior propicia que el capital financiero se autonomice del capital productivo y que se consolide el control de los mercados por las empresas multinacionales; las economías de escala se vuelven más importantes que las ventajas comparativas de las naciones, o bien se imponen ciertas combinaciones como en el caso de China en la actualidad. Y los países del ex Tercer Mundo quedan subsumidos bajo las reglas una mundialización regulada del comercio, impuesta por las agencias financieras internacionales, en beneficio de la gran propiedad sobre los bienes intangibles" (flujos financieros, patentes y servicios en general).

En ese nuevo contexto global, el control de las tecnociencias digitales viene a ser la base de nuevas formas de hegemonía económica, militar, geopolítica y cultural, neocolonial o neoimperialista. Pero, al mismo tiempo proliferan las consecuencias negativas y trastornos a escala mundial que han desembocado en la llamada sociedad del riesgo: en las crisis, los conflictos y las confrontaciones sociales, culturales e internacionales relacionadas con dichos procesos.

Hoy, la amenaza más grande del desbocado poder neocapitalista radica en el ininterrumpido ecocidio que está propiciando, la amenaza del Armaggedón que desencadena sobre la humanidad entera.

Un resultado de la movilidad del capital transnacional y la nueva distribución de los incrementos de la productividad aparece en el extraordinario impulso que adquieren los llamados "trabajadores del conocimiento", especializados en tecnologías de la investigación, en detrimento de los tradicionales trabajadores productores de bienes y servicios. Y con ellos viene la oleada de los “trabajadores simbólicos”, los operadores y guardianes de los nuevos artilugios biocibernéticos.

La anterior sociedad industrial –cuyo cenit podemos ubicarlo en los años 50 del pasado siglo– forjó un estilo de producción a base de organizaciones optimizadas, que contaban con procedimientos y rutinas estandarizados. Fue el momento de culminación del "fordismo" como el eje dominante del desarrollo.

Cada individuo realizaba una pequeña porción de la producción total y estaba circunscrito a una tarea específica en el engranaje de la maquinaria productiva. La mano de obra, en este marco, era un costo variable provisto por el mercado y los trabajadores se encontraban vinculados a puestos bien definidos, centrados en la disciplina laboral como su principal virtud.

En el marco macroeconómico, los supuestos básicos de esa organización de la producción y del trabajo eran los de una demanda estable, sin bruscas alteraciones en el corto y mediano plazo, como consecuencia de asignarle al Estado ("de bienestar") la tarea de mantenerla en movimiento y solvente. Se aspiraba así a economías de escala para la producción en masa y el objetivo central era lograr productos estándares para clientes masivos.

Poco de esto subsiste hoy en las economías desarrolladas. Al calor del cambio tecnológico, la sociedad posindustrial –que es también del conocimiento y de la información– ha dado forma a un mundo del trabajo completamente diferente (si bien no a igual velocidad en todos los lugares, ni con las mismas consecuencias).

La producción ya no se orienta hacia una demanda básicamente estable, sino que busca adecuarse a preferencias cambiantes, lo que implica la segmentación y acortamiento de los procesos productivos. El consumidor (selectivo y ya no estándar) es el destinatario de este modelo y la tecnologización del proceso productivo posibilita atender esa fragmentación, al mismo tiempo que abarata los productos. Estas innovaciones necesariamente han alterado los vínculos de los hombres con las máquinas y entre sí.

Al mismo tiempo –al acortarse los ciclos, reducirse los costos y abaratarse los precios– la barrera principal de acceso al mercado deja de ser la inversión y pasa a corporizarse en las personas y el conocimiento. Así, en los sectores avanzados de la economía encontramos consumidores exigentes enclavados en un mercado que muestra una permanente (y conflictiva) ampliación, servidos por trabajadores con una alta exigencia de capacitación. Estos son los términos de una nueva ecuación entre tecnología y mundo del trabajo.(2)

En escena: tecnociencias
y ciencias de la complejidad


El origen del complejo de Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS) hay que remontarlo a los finales de la II Guerra Mundial y al principio de la Guerra Fría. La organización estatal y militar de la investigación científica durante la guerra condujo a resultados decisivos, entre los cuales el más espectacular fue, con toda su carga espeluznante, la construcción de bombas atómicas en el proyecto Manhattan.

Las tecnociencias y ciencias de la complejidad forman cada vez más el núcleo reproductor del capitalismo organizado, que actúa aprovechando los elementos del orden y del caos, observa el doctor Pablo González Casanova. En esta autorrevolución del orden dominante constituyen su primera línea de defensa, al ser la piedra de toque para la construcción de sistemas autorregulados y adaptativos, autopoéticos, mismos que se reestructuran en formas interactivas.

Autor de un importante libro sobre las nuevas tecnociencias, en donde resalta el paso de la academia a la política,(3) González Casanova establece que en las corrientes de la investigación tecnocientífica más avanzada, uno de los más importantes es el que mira como una sola unidad a la organización y al caos. A diferencia del concepto clásico de caos, el actual no opone la idea de éste a la del orden establecido, sino más bien analiza cómo se pasa de la organización al caos y cómo del caos emerge la organización.

Dentro del nuevo conocer-hacer, la filosofía de las “respuestas flexibles” en los negocios y en la guerra se practica en complejos integrados por unidades relativamente autónomas. Esta filosofía corresponde a lo más avanzado en las prácticas de organizaciones y estrategias, a partir de conocimientos emergentes como la cibernética, la teoría de la información o la de juegos. La reestructuración de algunos de sus componentes y procesos son tareas propias de la “reingeniería” y las tecnociencias que operan en la producción y los mercados, tanto como en los escenarios políticos, militares, económicos, sociales y culturales.

Desde este cambio de paradigma del saber-hacer, las grandes compañías se orientan a desmantelar, o lo han hecho ya, sus viejas estructuras para establecer “centros de utilidades” (profit centers) o “centros de coordinación” y “mando” (coordination and managing centers), con una enorme diversidad de alianzas estratégicas, de “riesgos empresariales compartidos” (joint ventures), de asociaciones y consorcios, la mayor parte transnacionales.

Menciona González Casanova, en este escenario de conocimientos por objetivos, el uso “de comandantes de campo” con autonomía de mando cuya acción se aplica en forma parecida a los “gerentes” periféricos de las unidades transnacionales y a los “presidentes” asociados de los países dependientes. Dentro de líneas generales que controla el mando central, queda un margen de libertad más o menos amplio para los titulares de las organizaciones menores. Con éstos comparte la “autoridad de arriba para abajo” (top-down authority) y, entre todos, la revisan y flexibilizan, según los mensajes y conocimientos recibidos desde abajo.

Para su germinación y maduración, la nueva política se extiende a las redes de la educación en todos sus niveles, desde primaria hasta el posgrado o la investigación: los militares, gerentes y políticos de la “tercera ola” le dan una importancia masiva (sic) al entrenamiento y la educación en todos los niveles. Así, en la guerra como en los negocios “aprender, desaprender y reaprender corresponden a un proceso continuo en todas las categorías políticas”.(4)

La sinergia entre el conocimiento formal e informal que alcanza cada uno de los integrantes o miembros de un complejo, o una compañía, se da en torno a los objetivos comunes del mismo claramente definidos. Por ello, la enseñanza y el aprendizaje son parte del trabajo, como lo son las pruebas y autopruebas. Tal epistemología de las organizaciones tiene “interfaces” con la operación de las mismas en la producción y dominación de los mercados y del mundo. Sus estrategias incluyen la teoría y la práctica de un futuro con bifurcaciones y con creación de sorpresas entre el orden y el caos.

Aquí, el conocimiento es un “capital intelectual”, un activo. La guerra económica o militar se vuelve una guerra del conocimiento, la organización y la voluntad. Entre algunos de sus promotores intelectuales se encuentran Irujiro Nonalia, Hirotaka Takeuchi y Takeuchi Nokaen, autores de un libro que en inglés se tradujo como The Knowledge-Creating Company (La compañía creadora de conocimiento); otros son James Brian Quinn, con su Intelligent Enterprise (La empresa inteligente), o Tom Stewart, con Intellectual Capital (Capital intelectual) o Tom Davenport, con Working Knowledge (El conocimiento empleado), o Karl Sveiby con Managing Know How (El saber del gerente).

Vemos, por ende, la proliferación de las corporaciones que producen “conocimiento para la venta” (knowledge for sale) como asesoras y receptoras de conocimientos; como exportadoras e importadoras, y como productoras, pero también como usuarias. La extrema efectividad proclamada por las empresas de punta está cimentada en que todas sus actividades y discursos se basan “en el conocimiento” (knowledge based), y que descansan en estructuras articuladoras del conocer, el comunicar y el hacer.(5)

El “pero”… el Pensamiento
Único y sus recetas


Es aquí –como en la economía y en la politica– que el nuevo evangelio del Pensamiento Único también viene extendiendo peligrosamente sus recetas. En este caldero se elabora y propaga una suerte de desarrollismo tecnológico universal, cuyo cumplimiento ritual se presume que trae aparejados, inexorablemente, riqueza, empleo y prosperidad sin más (y si no hoy, con seguridad mañana, si proseguimos sin dudar por ese camino único).

Tal verdadero mito ha sido visto a partir de tres fábulas. La primera sería la supuesta neutralidad (política y axiológica) de la ciencia y la tecnología, robustecida desde el racionalismo cartesiano y el mecanicismo de Newton, de donde se extrae la posibilidad inagotable y el beneficio de su expansión universal sin trabas.

El enfoque pasa por alto, sin más, la evidencia de que las ciencias y las técnicas son eminentemente productos socio-culturales y que –junto a los otros saberes artísticos y humanísticos– están impregnados siempre de una concepción del mundo.
Esto hace urgente la necesidad de una relación libre (no dependiente) con tales productos y tener siempre a la mano el recurso de las denominadas tecnologías apropiadas para el trato e intercambio universal en materia de tecnociencias. Si olvidamos que lo tecnologico es siempre una opción (o muchas veces una creación), habremos de pagar muy caro, cultural y socialmente, esta fábula de la "neutralidad" tecnológica.

La segunda fábula a superar –entrañable de la anterior– viene a ser la supuesta sincronía universal de las culturas, a partir de un mecanicismo según el cual aquellas progresan a través de estadios uniformes, en un recorrido invariable hacia metas universalmente predeterminadas. Lo que hace necesario limitarse siempre a los mismos tipos de técnicas y saberes para ir escalando etapa por etapa.

Bueno fuera que las cosas resultaran así de fáciles y sencillas. Pero no lo son. No existen tales “estadios” o metas fijas (antes bien, en cada caso y momento éstas se diseñan y se alcanzan de acuerdo a las respectivas culturas e intereses nacionales y regionales); el tiempo (local y planetario) no es una mera construcción lineal, sino un conjunto de complejas parábolas dialécticamente entrelazadas; en lo práctico, los juegos de interdependencia y dependencia las atraviesan de manera cambiante por igual.

La tercera fábula –que refuerza y complementa las dos anteriores– es la que denominamos como la del supuesto banquete tecnológico universal. En este sentido, las bondades tecnológicas estarían servidas allí, al alcance de cualquier mano planetaria que las deseara o necesitara. Sería suficiente con acercarse y servirse. Pero desde Bacon sabemos bien que "el conocimiento es poder", y que éste no se regala ni se presta. Y al respecto, válidas para nuestro mundo, valdría recordar aquellas palabras que escribiera Federico List ya en 1841: "Es una regla de prudencia vulgar la de quitar la escalera con la que se alcanzó la cima, con el fin de quitar a los demás los medios para subir detrás".(6)


Los programas de Ciencia,
Tecnología y Sociedad (CTS)

En su reciente libro sobre las tecnociencias, González Casanova resalta el decisivo papel que han tenido la investigación y el estudio interdisciplinarios para el desarrollo de las ciencias emergentes, y su empleo determinante en la actual fase del capitalismo organizado, neomonopolista. Frente a los anteriores paradigmas de la ciencia mecanicista, lineal y positivista, hacia finales de los años 1960 fue puesto radicalmente en entredicho el conjunto de esos presupuestos filosóficos, en el marco de un giro interpretativo, valorativo y político que primero se consolidó socialmente en los EE UU y luego pasó a Europa.

Sería en el contexto de los movimientos antinucleares, de la oposición a la guerra de Vietnam, de las crisis ecológicas, las revueltas estudiantiles y la crítica académica, cuando se fueron cristalizando replanteamientos críticos que cuestionaban explícitamente la rígida delimitación entre hechos y valores, así como la supuesta supremacía racional de la ciencia y de la tecnología y la neutralidad de las mismas.

Un sucinto resumen de algunos de los principales “mitos” positivistas, que según el científico Daniel Sarewitz habían guiado el desarrollo de las ciencias en los primeros cincuenta años del siglo XX, sirviendo más a los intereses de los científicos que a los del conjunto de la sociedad, incluía los siguientes:

-El mito del beneficio infinito: Más ciencia y más tecnología conducen a más bien público;
-El mito de la autoridad: La información científica provee una base objetiva para resolver disputas políticas;
-El mito de la frontera sin límites: Los nuevos conocimientos generados en las fronteras de la ciencia son autónomos respecto de las consecuencias morales y prácticas de los mismos en el seno de la sociedad.(7)

Así brotaron los programas de Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS) en numerosas e importantes universidades estadunidenses. El mensaje de dicho movimiento, originariamente académico, hablaba sobre los condicionamientos políticos y sociales y los trasfondos valorativos que rigen a la investigación y el desarrollo científico y tecnológico, e insistía y alertaba acerca de los graves impactos que estaban derivándose para la sociedad y el medio ambiente. A la vista de las consecuencias, en buen grado negativas, originadas por muchas de las innovaciones científicas y tecnológicas, se buscaba reivindicar la concientización pública y el control social sobre las mismas.

A su vez, las tecnociencias de la información y la comunicación transformaron los colectivos, los entornos, las interacciones y las dinámicas sociales, económicas y políticas, para dar paso a la ahora creciente sociedad de la información digital. En esta visión, el alcance de los impactos y la velocidad de los cambios operados por las tecnociencias informatizadas supera ya el umbral crítico de las transformaciones revolucionarias en todos los ámbitos.

Esas configuraciones tecnocientíficas, características de los campos punteros del desarrollo científico actual, comprenden aspectos como la ingeniería genética o la informática, y han originado nuevas disciplinas como la bioinformática, sin la que no hubiera sido posible desarrollar el Proyecto Genoma Humano, como una de las realizaciones tecnocientíficas más representativas iniciadas en el siglo 20.

Los procesos de tecnocientificación se extienden a toda clase de bioentornos, desde la producción de animales y plantas hasta la medicina y la reproducción humana. Los impactos de las innovaciones biotecnocientíficas (como los alimentos transgénicos, los animales clonados, el control casi total de la reproducción humana, las terapias génicas o la clonación de humanos en perspectiva...) están provocando transformaciones tan graves, rápidas y radicales que desestabilizan traumáticamente tradiciones culturales profundamente arraigadas, sin que se atisben formas efectivas de encauzarlas culturalmente de una manera adecuada.

En búsqueda de alternativas ante esos resultados socialmente discutibles, de frente a las divisiones teóricas entre la ciencia, la tecnología y la sociedad, los programas CTS promueven la integración de los entornos teóricos, técnicos, sociales y políticos, así como de los contextos de valoración y de intervención, y se destaca su relevancia cultural para poder comprender y manejar la tecnociencia contemporánea.

El enfoque cultural integrado al estudio de la tecnociencia proporciona una base más adecuada frente a las concepciones representacionales de la filosofía analítica o las puramente sociológicas de los estudios sociales de la ciencia y la tecnología, para interpretar e investigar integralmente la constitución y la dinámica de los sistemas, las innovaciones y las transformaciones tecnocientíficas.

En contraposición a las tesis que postulaban la neutralidad, la superioridad racional y la libertad absoluta de la investigación científica, los nuevos planteamientos críticos, interpretativos y valorativos, reivindican nuevas formas de investigación responsable junto con la valoración y la intervención social de carácter democrático en los desarrollos científicos y tecnológicos, así como nuevos planteamientos para la gestión y la política de la ciencia y la tecnología, y para la evaluación de las consecuencias y de los riesgos derivados de las innovaciones científicas y tecnológicas.

Al yuxtaponer los términos que dichas divisiones habían disociado, el mismo nombre de los programas de Ciencia, Tecnología y Sociedad indica que tratan de reunificar, en un complejo entramado, lo que había sido escindido filosófica y académicamente. La necesidad de integrar en CTS investigación y compromiso social y educativo no es una cuestión de armonía, sino la condición necesaria para la posibilidad de afrontar efectivamente los grandes retos planteados por las tecnociencias y las innovaciones tecnocientíficas, junto con los impactos y los procesos generalizados de tecnocientificación y globalización.

Las complejas configuraciones tecnocientíficas actuales plantean, sin duda alguna, el reto fundamental de la comprensión de su carácter esencialmente híbrido de teorías, tecnologías, agentes, prácticas y entornos materiales, simbólicos, sociales y ambientales. Ciencia, tecnología y sociedad no constituyen sistemas cerrados que se delimitan mutuamente, sino que representan dimensiones de un mismo espacio cultural, o, si se quiere, tres cabezas de un mismo cuerpo constituido por la cultura tecnocientífica.(8)

En razón de lo anterior, no fue de extrañar que un buen número de científicos y académicos sintieran amenazadas su imagen, su prestigio profesional y su prominente posición en las instituciones de investigación, educación y gestión pública. A mediados de los años 90, en los Estados Unidos dio inicio una contrarreacción que instauró las llamadas Science Wars, en las que científicos junto con filósofos aliados empezaron a combatir los estudios críticos de ciencia, tecnología y sociedad acusándolos de pseudocientíficos y antirracionales, intentando restaurar la hegemonía de la idea tradicional de la ciencia y, de paso, defender posiciones y territorios profesionales y académicos.

En estas confrontaciones se han distinguido por su combatividad algunos filósofos, como el caso del filósofo de la ciencia norteamericano de origen argentino Mario Bunge, quien hacía ya tiempo que había declarado la guerra a los estudiosos y los activistas de CTS bajo la bandera de la filosofía analítica de la ciencia.
Las confrontaciones que han aflorado en las llamadas Science Wars (con la intención, más o menos consciente, de poner en marcha la restauración de la hegemonía académica e ideológica de las teorías tradicionales de la ciencia y la tecnología) marcan la situación actual y las perspectivas de los estudios de ciencia y tecnología con la clara contraposición de dos tipos fundamentalmente distintos de modelos y de proyectos culturales, sociales y políticos frente a los retos de la tecnociencia en el siglo XXI.(9)

La nueva dialéctica,
o el desafío del caos


La vigente segunda ola de mundialización de la economía trajo consigo la conformación de un gran mercado global de capitales, mercancías y fuerza laboral; la formación de la aldea mundial en un mundo interconectado por la revolución en las comunicaciones, y las acotaciones de la soberanía exterior de los Estados-nación en el sistema-mundo en formación.

En el reverso de la moneda encontramos democracias incompletas, estancamiento económico y grandes bolsones de marginalidad social como aspectos centrales del cuadro político-económico en la mayor parte de los países del planeta. Siguen las guerras, como la de Irak, marcadas y alimentadas por el desarrollo científico y tecnológico de nuevos armamentos, comunicaciones y transportes. Sigue la amenaza mundial de las armas de destrucción masiva nuclear, química y bacteriológica. Siguen los riesgos y los desastres ambientales de las industrias energéticas y químicas, por citar algunos puntos de alarma.

En su afán de contraponerse al régimen capitalista tradicional de explotación y sometimiento, tanto como al ahora vehiculado por los sistemas tecnocientíficos, es probable que a los ideólogos y dirigentes de los movimientos alternativos no les sea fácil aceptar que ellos –y sus herederos– vivirán en una etapa de inestabilidad y caos prolongados, con desestructuración y reestructuración acentuadas de las organizaciones y los complejos en lucha. Más difícil les será entender que las estructuras no lineales “internas” de las organizaciones o complejos y las estructuras no lineales de sus contextos “externos” facilitarán o dificultarán las acciones de las organizaciones y complejos en lucha.

González Casanova anota que muchos movimientos alternativos, o sus bases, estarán expuestos a “bifurcaciones de bifurcaciones”, de esas que derivan en fenómenos caóticos y que sólo se pueden enfrentar con redes y fusiones, a sabiendas de que sin redes de unidades articuladas las unidades desarticuladas son objeto de fácil destrucción.

Los complejos liberadores serán más efectivos si se integran –como los opresores– con unidades o “nodos” autónomos y plurales, y si además de los vínculos-entre-las-unidades-autonómas establecen jerarquías con las ramas “centrales” y disciplinadas de “seguridad alternativa”, en pie de lucha contra la dominación, la mediación, la represión y la apropiación excluyente.

De esa forma, las distintas combinaciones serán determinantes para el desenlace de los procesos y podrán plantearse escenarios en que primero se acaben los complejos industriales dominantes que el mundo, o en que eventualmente se negocie un cambio histórico para que el mundo no se acabe. Estos escenarios no se pueden descartar.

La construcción de una estrategia alternativa implica cuestionar nuestra forma de pensar en sistemas simples. Por sentido común, estamos acostumbrados a pensar y actuar con formas de razonamiento que corresponden a sistemas simples. No es cosa de descartar siempre, y en todas las circunstancias, esas formas de pensar, predecir, actuar, organizar y luchar. Hay fenómenos lineales que siguen siendo muy significativos, incluso en tiempos y espacios amplios; funciones, interacciones o relaciones sociales que en ciertos momentos y circunstancias –como las crisis– ocupan un segundo plano, pero que tienden a reaparecer aunque sea bajo nuevas formas.(10)

Agrega González Casanova que no podemos descartar organizaciones centralizadas con líneas jerárquicas funcionales para muchos fines de resistencia y sobrevivencia; ni impedir que en los procesos de descentralización circule toda la información necesaria en todas las redes y nódulos de un sistema autorregulado.
Sin embargo, la estrategia englobante exige que al pensar en un sistema complejo, como el capitalismo organizado, deberá pensarse en dos o tres sistemas más autorregulados y contradictorios. “Siempre dos o más sistemas luchan o se entienden, oprimen o se liberan, se disocian o se asocian. El concepto de un sistema único, por significativo que sea, no es el de un sistema complejo. Tampoco el de un sistema dialéctico”.(11)

Se nos plantea, así, que el concepto de un sistema único en el capitalismo organizado es fuente de errores elementales frecuentemente ocultados por un juego de espejos conocido como “enajenación” o “cosificación” del otro y de sus posibilidades de reestructuración autorregulada, y como racionalización y ensalzamiento del sistema en que uno domina o desde el que uno lucha para que domine.

Quedamos advertidos de que frente a la débil interacción de los componentes de muchas organizaciones alternativas –característica de los sistemas simples–, frente a sus subculturas y sectarismos, se impone la necesidad de construir pluralismos culturales, religiosos e ideológicos, y articulaciones de conceptos-informaciones-discursos-actos de interés común, todos ellos articuladores de sistemas complejos, de alianzas, frentes, redes, tanto en los “centros” como en las “periferias”.
Que esas alianzas, frentes y redes no abandonen el referente de las clases y busquen la hegemonía de los trabajadores es un objetivo a ser precisado con las definiciones y redefiniciones de los pueblos, los ciudadanos y los propios trabajadores en lucha por la democracia, la liberación, el socialismo.

En el actual capitalismo corporativo, los movimientos sociales antisistémicos necesitan dominar el nuevo planteamiento de los sistemas complejos que dominan el mundo entre el orden y el caos. “Con Henri Lefèbvre, tienen que plantearse ‘la capacidad de recuperación del capitalismo’ y ‘la posibilidad de catástrofes’ irremediables si no se construye un mundo alternativo”.(12)


Publicado en la revista Foro Universitario, Nº 5, junio-julio 2005, México.

Referencias:
1. Julio Godio, director del Instituto del Mundo del Trabajo, “Las políticas laborales de los organismos multi-bilaterales de crédito y su impacto en las relaciones laborales en América Latina”, agosto 2002.
2. Ibidem.
3. Pablo González Casanova, Las nuevas ciencias y las humanidades. De la academia a la política. Editorial Complutense, IIS-UNAM, Anthopos, Barcelona, 2004.
4. Pablo González Casanova, “El capitalismo organizado. Entre el orden y el caos”. Internet, www.insumisos.com/Biblioteca/ Capitalismo
5. Ibidem.
6. Mario Casalla/ Mario Morant, IPLAC/FLATEC, “La revolución científico-tecnológica y la sociedad del conocimiento”, Buenos Aires, Argentina.
7. Manuel Medina, Ciencia, “Tecnología y Sociedad en el siglo 21. Los retos de la tecnociencia y la cultura de CTS”. Internet,
http://ctcs.fsf.ub.es/prometheus21/
8. Ibidem.
9. Ibid.
10. Pablo González Casanova, “El capitalismo organizado…”, Op. Cit.
11. Ibidem.
12. Ibid.