martes, 4 de septiembre de 2007

Final de siglo - GOBIERNO RELUCTANTE

GOBIERNO RELUCTANTE:
entre los rumores y el “chupacabras”

Ejercicio de análisis sistémico sobre el debate político
en torno a la “renuncia” del Presidente Zedillo


1. HIPOTESIS.- Cambio de piel, nuevo paradigma

1.1. Paralelismo histórico. México vive hoy una crisis política similar a la de los años 1928 y 1935-36.

En el primer caso, cuando el gobierno de Calles enfrentó el asesinato de Obregón que casi rompió con las estructuras que lo sustentaban. Entonces, la habilidad del mandatario y su conocimiento de las fuerzas polìticas en juego le permitieron salir adelante bajo la bandera de la transición del caudillismo a la vida institucional. De esa crisis surge el aún dominante partido oficial.

A su vez, en choque precisamente con el “maximato” de Calles, Cárdenas organizó corporativamente a los campesinos y obreros, a los soldados, a los empleados públicos y los empresarios; promovió la educación popular y técnica y, junto con las nacionalizaciones y la reforma agraria, logró consolidar la legitimación del poder presidencial que ha llegado prácticamente hasta nuestros días. (Horacio Labastida, 7-VI-96)

1.2. Rumores de renuncia. En los actuales días, una perturbación de alcances cruciales -en caso de concretarse- ha sido la especulación acerca de la presunta renuncia del Presidente de la República.

Tal tipo de especulaciones o “borregos” se han dado casi en todos los periodos sexenales pasados, pero entonces se desencadenaban al llegar a los últimos años del mandato. Formaban parte de los rituales de la sucesión presidencial, del rejuego de presiones y golpes a trasmano que caracterizaban al cambio de gobierno, cuando el “destape” del candidato priista culminaba con la gran cargada de los búfalos a lo largo de la campaña electoral.

1.3. Recambio o transición. La situación de anomia política que estamos viviendo, prolongada a través de los 19 meses del régimen zedillista, constituye, de una parte, un episodio casi melodramático inserto dentro del posible recambio o transición del modelo de gobierno vigente desde 1929, correspondiente a la égida de los regímenes posrevolucionarios o de la “familia revolucionaria”.

1.4. Predominio de los tecnocrátas. De hecho, por otra parte, el cuadro atípico que presenciamos no se ha gestado en el zozobrante año y medio máS cercano, sino que data desde el periodo de Miguel de la Madrid, valga decir, desde el ascenso de los economistas-monetaristas blasonados como “tecnócratas”, egresados de las universidades de élite estadunidenses y adictos al modelo neoliberal.

1.5. Nueva derecha o neoliberalismo. El nuevo paradigma, sin embargo, de ningún modo se restringe a un simple trastrueque de disciplina curricular: obedece a un panorama mundial de disminución de la función estatal y de demérito de los partidos políticos -pregonado aunque no impuesto por la “nueva derecha” o neoliberalismo-, así como, y no como mera coincidencia, del desplome del modelo totalitarista conocido como socialismo real.

Tal modelo, en las sociedades desarrolladas se ha aplicado para dotar de subsidios a los ricos y cancelar los apoyos sociales del anterior Estado de bienestar; el intervencionismo estatal sigue vigente -a través de tasas de interés o de contratos para la producción conspicua: armas, alta tecnología- y con márgenes proteccionistas crecientes, mientras se obliga a los países pobres a aplicar de manera ortodoxa el modelo en detrimento de su economía y de sus pueblos.

1.6. Transición ordenada o catástrofe. En este marco, la perspectiva mexicana del recambio, de la “transición” o la alternancia del régimen político -conceptos que, a su vez, postulan cada uno un escenario distinto- podría ser más o menos ordenada o, sin más, catastrófica, según el sentido que tome la factible o no, plausible o no, o quizás “autocultivada” renuncia de Ernesto Zedillo.

2. MARCO CONCEPTUAL.- Enfoque sistémico

2.1. Análisis sistémico. Del análisis sistémico planteado por David Easton se recogen algunos elementos y categorizaciones (subrayados míos, C.H.E.) que corresponden al momento político que se vive en México, posibilitando avanzar en su interpretación y comprensión.

2.2. Asignación autoritaria de valores. Un sistema político es el sistema de conducta más inclusivo de una sociedad para la asignación autoritaria de valores. Las interacciones políticas se distinguen de otras interacciones sociales en que se orientan predominantemente hacia la asignación autoritaria de valores para una sociedad.

Las asignaciones autoritaria u obligatorias distribuyen cosas valoradas entre personas y grupos de acuerdo a tres procedimientos posibles: privan a una persona de algo valioso que poseía, entorpecen la consecución de valores que, de lo contrario, se habrían conseguido, o bien permiten el acceso a los valores a unas personas y lo niegan a otras.

2.3. Sistema polìtico. El sistema polìtico aparece como un conjunto delimitado de interacciones, enclavado en otros sistemas sociales y rodeado de ellos y bajo cuya influencia está constantemente expuesto (ambiente).

En tal sentido, resulta útil interpretar los fenómenos políticos como constitutivos de un sistema abierto que debe abordar los problemas generados por su exposición a las influencias procedentes de aquellos otros sistemas ambientales.

2.4. Elementos del sistema. Los conceptos principales que es preciso entender para analizar la vida política en el marco sistémico son los de sistema, ambiente, retroalimentación y respuesta.

Todo sistema persistente está dotado de recursos homeostáticos que lo ayudan a enfrentar la tensión. Para que subsista es preciso que consiga retroalimentarse en grado suficiente de sus realizaciones pasadas y que pueda tomar medidas para regular su conducta futura.

2.5. Variables esenciales. Como variables esenciales se entiende la capacidad de un sistema para ser más o menos capaz de tomar decisiones, ejecutarlas y lograr implantarlas como obligatorias. Toda vez que una perturbación entorpezca una variable esencial en lugar de favorecerla cabe considerarla tensiva.

2.6. Persistencia y tensión. La cuestión reside siempre en que la capacidad de tomar decisiones no caiga por debajo de algún punto crítico. Las autoridades no siempre son capaces de tomar decisiones; se han observado varios grados de parálisis, como en la República de Weimar y en la Segunda y Tercera República Francesa.

Para que pueda perdurar en una sociedad cualquiera un sistema que cumpla la función polìtica básica de adopción y ejecución de asignaciones obligatorias, es preciso que los miembros estén preparados para enfrentar las perturbaciones que llevan a la tensión, cualquiera sea su origen.

Si se deja que una perturbación siga su marcha puede llevar a la destrucción total del sistema y hasta impedir que resurja en cualquier otra forma. Las consecuencias de las perturbaciones sobre el destino del sistema en sí -si sobrevive y en qué forma sobrevive- dependerán de la capacidad y agilidad de este último para enfrentar la tensión.

2.6. Demandas. Los cambios en el volumen y la diversidad de las demandas constituyen uno de los tipos principales de tensión. Un sistema puede estar expuesto de dos modos a tensión procedente de las demandas. Por una parte, si sus autoridades no están en condiciones de satisfacer en cierta proporción las demandas de los miembros (por lo menos las de los políticamente poderosos), o se resisten a hacerlo, esta situación provocará en definitiva un descontento cada vez mayor.

A su debido tiempo, si las demandas siguen siendo soslayadas o desechadas la insatisfacción de los miembros que cuentan se puede extender también al régimen de gobierno. En ciertas circunstancias, algunos grupos podrían intentar apartarse de la comunidad iniciando un movimiento separatista.

2.7. Apoyo difuso. Un sistema puede tratar de inculcar en sus miembros un alto grado de apoyo difuso a fin de que, pase lo que pase, los miembros continúen vinculados a él por fuertes lazos de lealtad y afecto.

2.8 Apoyo específico. Productos. Una última categoría importante de respuesta a la tensión derivada del apoyo se puede describir como productos. Mediante ellos, cabe estimular el insumo de apoyo específico cuando el apoyo difuso amenaza con descender hasta un punto peligrosamente bajo

Cuando un sistema desatiende en forma regular y continua las demandas mínimas que los miembros juzgan justas -y que variarán según el momento histórico y la cultura- el insumo de apoyo específico disminuye. Si la frustración sistemática de las que se estiman necesidades justas se extiende durante lapsos prolongados y no es compensada con un aumento de apoyo difuso, lleva a un grado de agotamiento del apoyo específico que debilita radicalmente al sistema.

2.9. Proceso de conversión. Se está describiendo aquí un gran proceso de conversión. En él se actúa sobre los insumos de demandas y apoyo de modo que el sistema pueda persistir y crear productos que satisfagan las demandas de algunos, por lo menos, de los miembros, reteniendo el apoyo de la mayoría. El sistema constituye un modo de traducir en asignaciones autoritarias las demandas y el apoyo.

3. COYUNTURA ACTUAL Y CONCLUSIONES.-
Entre el “chupacabras y el “borrego” de la renuncia


3.1. Tres olas de rumores, tres.- Hay quien ha afirmado que no se sabe qué es peor: el temor popular al “chupacabras” o que se siga dócilmente el “borrego” de la renuncia del presidente Zedillo.

Nuestras carencias educativas bastan para explicar el miedo al “chupacabras”, pero en el borrego de la renuncia presidencial hay algo más. Rumores especiosos como ese prosperan porque hay elementos formales que crean oportunidades políticas para quienes quieran aprovecharlas, y porque hay en el ambiente político signos de tensión y descontrol que los alientan. (Juan Molinar Horcasitas, 10-VI-96)

Ésta es la tercera ocasión desde que ascendió al poder en que surge y cobra fuerza el rumor de que Ernesto Zedillo estaría obligado a renunciar a su cargo. La primera vez fue después del operativo militar que en febrero de 1995 ordenó en Chiapas; el fallido desenlace del episodio pudo ser contrarrestado mediante la sorpresa, e incluso algarabía, que suscitó la detención del hermano del ex-presidente Salinas.

La segunda ola de rumores tuvo lugar en noviembre del año pasado, cuando desde el Dow Jones se manejó la especie de que los militares preparaban un cuartelazo para sustituir a Zedillo, a raiz de lo cual se desplomó la bolsa de valores. Se atribuyó entonces la progenitura del rumor a Carlos Salinas, empleado de Dow Jones, pero fue su hermano Raúl el elemento distractor, ahora a propósito del descubrimiento de sus cuentas en Suiza.
La tercera y más reciente versión se ha atribuido a varias fuentes y dado ocasión para un verdadero debate nacional. Por una parte, Se presume que se originó también en Estados Unidos, ahora por vía de Christopher Whalen, consultor en Washington, quien publicó un artículo atribuyendo la conjura a Emilio Chuayffet, secretario de Gobernación y ligado a Hank González, y a José Córdoba Montoya, el superasesor salinista a quien, por otro lado, se sitúa como flamante operador político del mismo Zedillo.

Fuentes oficiales, a través de gacetilleros y columnistas a sueldo, propalaron que el origen del rumor era la reunión celebrada a principios de mayo por Jorge G. Castañeda y Carlos Salinas en Irlanda. En igual talante, se imputó la paternidad del “borrego” al diputado Adolfo Aguilar Zinzer, partícipe destacado en la investigación congresional de los fraudes a la CONASUPO, así como a miembros del ex-Grupo San Angel, después promotores del ciclo Los Compromisos con la Nación.

3.2. Condiciones de la presunta renuncia.- El rumor de finales de mayo cifraba su validez en la presunción de que la renuncia del Zedillo tuviera efecto antes del 1º de diciembre próximo, porque en tal caso el presidente interino que fuera designado no estaría obligado a convocar a nuevas elecciones y podría completar los cuatro años restantes del mandato.

Destaca asimismo, en torno a esta presunción, el hecho de que la única posibilidad de que un presidente renuncie, de acuerdo al artículo 86 constitucional, obedece a una “causa grave” que calificaría el Congreso de la Unión. De hecho, entonces, el régimen constitucional mexicano no incluye ningún elemento destinado a la revocación del mandato, con excepción de la susodicha “falta grave” o bien en último extremo el recurso del juicio polìtico, mediante el cual podría ser acusado por la Cámara de Diputados ante la de Senadores por “traición a la patria” o delitos graves (artículo 109). (Luis Javier Garrido 7-VI-96)

3.3. Ejes coyuntural y estructural.- El tejemaneje en torno a los rumores gravita sobre un eje circunstancial y otro estructural, mismos que a su vez son interdependientes. La primera situación tiene como referente a un primer mandatario que ocupa el cargo a título de emergente, sin haber desplegado la red de contactos y alianzas que es fundamental y sin cumplir con una amplia carrera política que le diera experiencia y fogueo.

El segundo factor de la crisis radica en el agotamiento de los marcos jurídicos y políticos que dan sostén a nuestra vigencia como nación. La certeza de tal agotamiento hace indispensable plantear y avanzar firmemente hacia una transición a otro régimen de convivencia política y jurídica. A este respecto
Está, por un lado, la erosionada centralidad de la Presidencia de la República. La ahora vapuleada concepción del Ejecutivo como un coagulo de poder que, durante décadas, ocupó la cúspide y el horizonte de la vida organizada del país. Al ir perdiendo estelaridad, los jaloneos constantes le impiden ver, con la precisión necesaria, dónde empieza la pluralidad, las vicisitudes y el crecimiento de las fuerzas sociales, las salidas alternativas y los límites que encuentra su hegemonía. (Luis Linares Zapata, 12-VI-96)

Anteriormente, el apoyo que recibía el gobierno estaba apuntalado a partir de una amplia coalición de grupos e intereses, lo cual se expresaba en una visión hegemónica que era articulada en un régimen de partido de Estado. Hoy, tal coalición aparece fracturada. Al parejo de la crisis recurrente se han multiplicado los problemas políticos y no encuentran el fuerte entramado que le daba apoyo a su tesitura autoritaria. El gran cuello de botella estriba en que el autoritarismo no ha desaparecido, como tampoco toman cuerpo las formas democráticas que lo sustituyan.

Coyunturalmente, la crisis de la tercera “renuncia” emerge cuando se encuentra pendiente una nutrida agenda de cabos sueltos: una reforma política que un día se teje y al otro se desbarata; la interminable negociación en Chiapas; la recuperación económica, aún muy débil; la inseguridad pública y el narcotráfico avasallando los espacios sociales.

Otros hitos neurálgicos: los arreglos de Huejotzingo y sus secuelas; el dictamen denegatorio al juicio político contra Rubén Figueroa; la situación de Tabasco y el involucramiento de dineros de Cabal y del narco; el conflicto magisterial y la remoción de David Garay, la nueva estrategia de las autoridades ante las manifestaciones, la posposición de la asamblea priista y la posibilidad de cambios en el gabinete y en el dirección del PRI.

3.4. La emergencia ya llegó; decepción anticipada.- Todo este panorama contiene dos elementos anotados por Granados Chapa en relación a los rumores:

“Ya vivimos la paradoja de que el terrible panorama pintado por la propaganda oficial para el caso de que ganara la oposición en 1994 se produjera de todos modos, aun con la victoria de quien iba a impedirlo...”, situación paradójica y desalentadora que se agudiza en razón de otra observación de Granados, cuando señala que anteriormente el inicio de un gobierno aparejaba una esperanza de renovación y mejores tiempos, que casi siempre se perdía al final del periodo. “Ahora, sin embargo, el ciclo se rompió. La crisis de esperanza se produjo no al final de un periodo presidencial, sino al comienzo del mismo”.

De hecho, el país lleva 25 años inmerso en un ciclo de crisis-recuperación-recaída. A su vez, las encuestas más recientes ofrecen resultados adversos al presidente Zedillo, que el 2 de junio salió “reprobado” (5.6 en Reforma) y con 5.5 en la muestra del CEO de la Universidad de Guadalajara, el 4 de junio. Según Easton, ante circunstancias de paralización y desplome de respuestas y productos por parte de un sistema político, la alternativa extrema radica en estructurar un nuevo orden constitucional y una nueva institucionalidad. ¿Hemos llegado a esa urgencia en México? Y, ¿en qué términos y cómo ejecutarla?

3.5. Cuadro de conclusiones: Presidencia reluctante.-
Cabría, entonces, concluir:

Þ La actuación presidencial luce aislada del conjunto del aparato de gobierno y del gabinete y ha sido definida como ejecutivismo y personalismo extremo;
Þ Desde la crisis política -y su remate económico- de 1994, se rompieron las reglas del juego político sin que terminen por definirse otras nuevas, ante lo cual se producen “vacíos” políticos;
Þ El presidente Zedillo ha evitado romper con el ex-presidente Salinas y únicamente busca espacios de maniobra, o bien recupera a los operadores políticos del ex-mandatario;
Þ El mandatario postuló una reforma política “definitiva”, cuya realización muestra grandes retrasos por conflictos protagonizados por el gobierno o por los partidos políticos;
Þ Zedillo ha postulado una Presidencia “democrática”, ajena a atributos metaconstitucionales y con una “sana” distancia del partido oficial, pero en los hechos esto no se concreta;
Þ Han sido reiteradas las contradicciones en el discurso presidencial, que un día asevera algo y al siguiente se desdice, propiciando un deterioro intenso de credibilidad;
Þ Las negociaciones con el EZLN han sufrido grandes interrupciones y hasta amagos de rompimiento, después de hechos como la ofensiva del Ejército de febrero de 1995 y el encarcelamiento y sentencia contra Elorriaga, finalmente y a destiempo liberado;
Þ El aparato de gobierno se muestra paralizado y reticente a compromisos o a simples actos de gobierno, lo cual a su vez ha sido una estrategia utilizada por diversos regímenes políticos del capitalismo tardío;
Þ No se ha logrado perfilar políticamente la coalición de gobierno con el PAN, con el cual se incurre nuevamente en “concertacesiones” vergonzantes pero sin obtener ventajas;
Þ El bloque de gobernadores parece mantenerse a la expectativa, si bien algunos de los “duros” se han opuesto o discrepado de la Presidencia, postulando un federalismo que tiene más bien visos de neofeudalismo;
Þ Ante el “episodio” de los rumores -real o artificial-, la respuesta oficial ha sido desencadenar una ofensiva contra los críticos -llamados “pesimistas” o, de plano, “adversarios”- y, por ende, en choque con los medios de comunicación independientes;
Þ El conjunto de situaciones anotadas da como resultado señalamientos de “ingobernabilidad”, de crisis estructural del sistema y, por ende, de positiva factibilidad para la “renuncia” presidencial.
Þ Las voces de defensa arguyen que el país no se encuentra en quiebra institucional, que las élites conservan márgenes de hegemonía, el gobierno cuenta con apoyos externos (la presidencia de Estados Unidos) y el de las fuerzas armadas. Si bien las características personales del Presidente conspiran desfavorablemente en cuanto a su imagen pública y a la gestión de gobierno, se considera que una renuncia en tal nivel provocaría más aspectos críticos contra el país que oportunidades a favor.
Þ En última instancia, las diversas fuerzas se pronuncian por completar el proceso de transición y reforma política, en términos que impliquen refundar el sistema de gobierno y un profundo esclarecimiento del rumbo a seguir. Frente a la nuevas crisis sistémica que se barrunta, la alternativa demandada es retornar a la confianza civil, la consistencia y la congruencia.

Claustro de Sor Juana, junio 22/96
Diplomado de Análisis Político

REFERENCIAS:
Libros
--Easton, David, Esquema para el análisis político, Amorrortu De., Buenos Aires, 6ª reimpresión 1992
--Meyer, Lorenzo, Liberalismo autoritario. Las contradicciones del sistema político mexicano, Ed. Oceáno, México, 1995
--Oppenheimer, Andrés, México: en la frontera del caos, Javier Vergara De., México, 1996

Artículos
La Jornada:
--Miguel Cobián Pérez, “Cabos sueltos”, 2-VI-96
--Alberto Aziz Nassif, “Contra los pesimistas”, 4-VI-96
--Luis Linares Zapata, “Los peligros de la espera”, 5-VI-96
--Víctor Flores Olea, “Los peligros de la espera”, 5-VI-96
--Luis Javier Garrido, La renuncia”, 7-VI-96
--Luis Linares Zapata, “Desencuentros”, 12-Vi-96

Reforma:
--Miguel Angel Granados Chapa, Col. Plaza Pública, “Renuncia presidencial”, 4-VI-96
--Federico Reyes Heroles, “Zedillo y los fantasmas”, 4-VI-96
--Alfonso Lujambio, “¿Cuál renuncia?”, 7-VI-96
--Jaime Sánchez Susarrey, “La vacuna de Whalen”, 8-VI-96
--Juan Molinar Horcasitas, “Control, asambleas, rumores”, 10-VI-96
--Juan Antonio Crespo, “Zedillo, ¿en jaque?”, 10-VI-96
--Raymundo Riva Palacio, “Cuestión de carácter”, 10-VI-96
--Humberto Musacchio, “Dos discursos”, 11-VI-96
--Gustavo Esteva, “Contra cinismo, vergüenza”, 12-VI-96

El Financiero:
--Carlos Ramírez, Col. Indicador Político, 29-V-96
--Jorge Fernández Ramírez, Col. Razones, “EZP: la primera calle de La Soledad, 10-VI-96
--Carlos Ramírez, Col. Indicador Político, 11-VI-96

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